Concordia, Sinaloa — Mientras niñas y niños de la sierra de Concordia, Sinaloa, viven con miedo a ser raptados por el crimen organizado, ya sea para concubinato o reclutamiento forzado, el Sistema DIF Municipal de ese municipio reconoció haber suspendido la atención en esas comunidades por motivos de seguridad.
La titular de la Procuraduría de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes del municipio, Laura Delia Guevara Salazar, confirmó que el personal del DIF no ha subido a la sierra desde hace más de dos meses, y que la atención psicológica o social se brinda únicamente a quienes puedan bajar hasta la cabecera municipal.
“Ahorita la situación allá en la sierra, pues no hemos subido por lo mismo… Está muy feo para arriba. Los mismos pobladores nos dicen que no subamos porque está peligroso”, dijo en entrevista.
Las pocas atenciones brindadas, tres intervenciones a menores, por parte de la institución gubernamental corresponden a niños cuyos padres han logrado trasladarlos hasta Concordia para recibir terapia psicológica o rehabilitación por adicciones.
Las comunidades de Chirimoyos, La Petaca y Cuatantal, donde la violencia del crimen organizado ha provocado desplazamientos, consumo de drogas entre adolescentes y temor permanente, se encuentran hoy sin acompañamiento institucional. Desde hace más de un año, los servicios de la Unidad de Salud IMSS-BIENESTAR en la comunidad de La Petaca han estado suspendidos, dejando a más de 120 familias sin atención medica.
Hace alrededor de cuatro meses, recuerda la funcionaria, una brigada del DIF intentó llevar servicios de salud y atención psicológica a la sierra, pero el operativo tuvo que suspenderse ante un enfrentamiento armado.
“Fueron doctora, nutriólogas, psicóloga y trabajadora social, pero les dijeron que recogieran todo y se bajaran lo más rápido posible porque se iba a armar algo. No pudieron atender a nadie”, relató Guevara.
Guevara reconoció que la psicóloga del DIF municipal no ha regresado a la sierra, aunque se limitó a dar información acerca de los motivos por los cuales ha decidido no volver a la zona. Mientras tanto, las familias sobreviven con miedo en comunidades donde las niñas temen ser obligadas a unirse con hombres armados y los niños a ser reclutados por grupos criminales.
Hasta el momento, la niñez serrana sigue sin apoyo psicológico, sin acompañamiento legal y sin presencia institucional; solo cuentan con el apoyo humanitario que, a través de brigadas civiles, logran recibir.

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