Con la declaración de culpabilidad en la cual acepta cargos de delincuencia organizada y da detalles de cómo engañó a Ismael Zambada García para que asistiera a una reunión en Culiacán y allí secuestrarlo y trasladarlo a la fuerza a Estados Unidos, el narcotraficante Joaquín Guzmán López procede a clarificar el origen de la guerra que se libra al interior del Cártel de Sinaloa.

Con lo expuesto ayer ante una Corte Federal en Chicago, Estados Unidos, el hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera les coloca un dique a las especulaciones desatadas con los hechos del 25 de julio de 2024 en la finca Lomas del Pedregal, y posteriormente con la violencia que inició el 9 de septiembre del mismo año con mayor afectación en el centro y sur de Sinaloa.

Después de tal aceptación de la organización y ejecución del plan para extraer a Zambada García de México y ponerlo a disposición de Estados Unidos por medios extrajudiciales, habría que ver la reacción de la célula criminal que dirigen los hijos de “El Mayo” y sobre todo el efecto que tendría en la sentencia contra el fundador del CDS fijada para dictarla el 12 de enero próximo.

Sinaloa ha pagado un alto costo en vidas humanas, desapariciones forzadas, feminicidios y sacrificio de niños, derivado de la gran confrontación en la corporación de las drogas ilícitas que antes había procesado las rupturas internas sin daños colaterales para la gente pacífica, pero hoy arrasa con todo principio de seguridad, legalidad y gobernabilidad.

Sin embargo, como sociedad nos deja la lección que nos hace entender que todo aquello que se desarrolla en la ilegalidad tarde o temprano se revierte con las consecuencias violentas hacia los ciudadanos pacíficos. La verdad expuesta por Joaquín Guzmán López ante la Corte de Chicago hay que desentrañarla letra a letra con el objetivo de redescubrirnos los sinaloenses en la construcción de paz y como factores de civilidad.