“Empezaron a tirar bombas. Nos salimos como pudimos”, relata mujer desplazada de Tepuche

Culiacán, Sin.- Candelaria (nombre ficticio) vivía en el poblado La Pitayita, comisaría perteneciente a la sindicatura de Tepuche, al norte de Culiacán. Ahí pasaba sus mañanas realizando actividades domésticas y de cuidado de animales. Esa rutina cambió hace cuatro meses, cuando ella y su familia salieron del lugar tras hechos de violencia ocurridos en la comunidad.

“Dejé todo, la casa, todo. Estábamos ahí cuando en la noche empezaron a tirar bombas y balazos. Nos salimos como pudimos. Hubo gente que se quedó y ya no pudo salir porque bloquearon los caminos; tuvieron que darle la vuelta al cerro”, relató la mujer de 53 años.

Candelaria habitó durante al menos 35 años en La Pitayita. En 2020, dijo, ya había tenido que abandonar su vivienda por situaciones similares, aunque posteriormente regresó al considerar que la situación había cambiado. En aquella ocasión encontró su casa en el mismo estado en que la dejó.

Sin embargo, hace aproximadamente un mes volvió al lugar y la situación fue distinta. De acuerdo con su testimonio, la vivienda se encontraba vandalizada: camas dañadas, ropa y cobijas tiradas, y sin rastro de los animales que tenía.

“Con decirle oiga que quemé la ropa mejor, sabrá Dios que hicieron con ella. Mi casa estaba destrozada, todo revuelto, desparpajado. No nací ahí, pero mis hijos sí. Perdimos todo”, contó.

Actualmente, Candelaria vive en Culiacán en la casa de su hijo. En el mismo domicilio habitan ella y su esposo, así como las familias de sus hijos, sumando un total de 13 personas.

“Jamás me imaginé esto. Allá estábamos tranquilos. Las autoridades nos dijeron que ya podíamos volver, pero cuando regresé encontré todo destrozado”, señaló.

Candelaria forma parte de las aproximadamente 300 personas desplazadas que tiene registradas el Movimiento Antorchista en Culiacán. Dijo que regresar a su comunidad no es una opción debido a que persisten condiciones de inseguridad, por lo que se ha sumado a la gestión de un terreno donde pueda construir una vivienda.

“Si nos dieran un lugar donde vivir, aunque sea un solar para hacer un tejaban. Regresar no es seguro, todavía andan ahí esas gentes. Nosotros no tenemos la culpa, no nos metemos en nada y aun así nos tocó”, concluyó.