Culiacán, Sin.- Con la llegada del 31 de diciembre, en Culiacán se repiten una serie de rituales y prácticas que forman parte de las tradiciones populares con las que muchas personas buscan iniciar el nuevo año. Estas costumbres, heredadas de distintas regiones y generaciones, se mantienen vigentes en los hogares sinaloenses como expresiones culturales asociadas al cierre de ciclo y el inicio de otro.
Uno de los rituales más extendidos es el uso de ropa interior de colores, donde cada tono simboliza una intención distinta. El amarillo se asocia con la prosperidad económica; el rojo, con el amor y las relaciones personales; y el blanco, con la salud y la tranquilidad. En mercados y tiendas de Culiacán, esta prenda suele registrarse entre los productos con mayor demanda durante los últimos días del año.
Otra práctica común es la ingesta de uvas a la medianoche. De acuerdo con la tradición, se consumen doce uvas, una por cada campanada, mientras se pide un deseo por cada mes del año entrante. Esta costumbre, de origen europeo, fue adoptada en México y se ha arraigado en celebraciones familiares, incluyendo las que se realizan en Sinaloa.
En algunos hogares también se mantiene el ritual de barrer hacia afuera, que consiste en limpiar la casa antes de la medianoche como un acto simbólico para despedir lo negativo del año que termina. De manera similar, hay quienes colocan monedas, billetes o lentejas en bolsillos y entradas del hogar como símbolos relacionados con la estabilidad económica.
Viajar es otra de las intenciones recurrentes. Por ello, algunas personas salen a la calle con maletas justo al iniciar el nuevo año, un acto que representa el deseo de realizar desplazamientos o conocer nuevos lugares durante los meses siguientes.
En el ámbito gastronómico, los platillos preparados para la cena de Año Nuevo también adquieren un valor simbólico. En Culiacán, donde la convivencia familiar es un eje central de estas fechas, se combinan recetas tradicionales con creencias populares vinculadas a la abundancia y la unión.
Aunque estas prácticas no tienen sustento científico, forman parte del imaginario colectivo y de las dinámicas culturales que acompañan el cambio de año. En Culiacán, como en otras regiones del país, los rituales de Año Nuevo continúan siendo una forma de expresar expectativas, cerrar ciclos y comenzar otro año desde lo simbólico y lo comunitario.

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