Culiacán, Sin.- Tras el desalojo de familias desplazadas de un predio ubicado en el fraccionamiento Montesierra, la Secretaría de Bienestar y Desarrollo Sustentable de Sinaloa (SEBIDES) y la Secretaría de Bienestar del Ayuntamiento de Culiacán ofrecieron como alternativa su traslado al albergue temporal María del Rosario Espinoza; sin embargo, las personas afectadas rechazaron la medida y exigieron una solución de vivienda segura, luego de haber huido de sus comunidades a causa de la violencia.
El subsecretario de la SEBIDES, Jesús Salomón Saínz, señaló que el albergue es un espacio “cómodo” donde las familias podrían permanecer mientras se aplican las herramientas necesarias para conocer sus condiciones y determinar de qué manera se les podría apoyar. Destacó que, hasta el momento, solo se tiene noción de 10 personas desplazadas. Cifras que los afectados niegan, ya que aseguran ser más víctimas.
“María del Rosario es un lugar muy cómodo y vamos a estar ahí. Ya tenemos personal para atender cualquier tema o a cualquier familia que llegue para ayudarlos. Tenemos la idea de que son alrededor de 10, es lo que nos dijeron, y también tenemos personas vulnerables”, expresó. Al ser cuestionado sobre cuántas personas se encuentran en situación de desplazamiento, respondió que el número aún se está verificando.
Media hora para abandonar el predio
El desalojo ocurrió la tarde del 29 de diciembre. José Beltrán se encontraba amarrando cartón cuando, cerca de las seis de la tarde, elementos de la Fiscalía General del Estado llegaron al lote baldío donde varias familias habían edificado viviendas improvisadas con plástico y lona. Los agentes recorrieron casa por casa para informar que tenían únicamente media hora para desalojar el lugar, al encontrarse en una propiedad privada y aseguraron estar procediendo a una denuncia, la cual posteriormente se daría a conocer en un comunicado de la institución, con fecha del 14 de noviembre.
Entre las personas afectadas se encuentra Norma, originaria de la comunidad de La Laguna de Tepuche, ubicada a unos 30 kilómetros en la sierra de la sindicatura. Ella dejó su hogar hace más de un año ante el temor provocado por la presencia de hombres armados en la zona, tan solo llevaba dos meses en Montesierra cuando fue obligada a irse.
Al conocer la orden de desalojo, ella y su hijo de 16 años comenzaron a sacar sus cosas. Al igual que otros residentes, se apresuraron a reunir documentos y algunas pertenencias de valor, así como a llamar a conocidos o familiares para conseguir un lugar donde pasar la noche. Intentaron hacerlo con rapidez, ya que quienes se retrasaban eran apurados, amenazados e intimidados por los elementos gubernamentales.
Beltrán recuerda que uno de los agentes mostró su pistola. No fue necesario sacarla de la funda: el simple hecho de colocar la mano sobre ella, apretarla mientras permanecía a la altura de la cadera y ordenarles que se apresuraran fue suficiente para que entendieran que podían ser sacados a la fuerza, sin importar si se trataba de adultos mayores, menores de edad u otra población vulnerable, en sus palabras “no perdonaron a nadie”.
“Nos dijeron que recogiéramos las cosas, pero había otro muchacho que no se apuraba. Ahí le dijeron que se apurara y él respondió que no podía, porque tenía a su papá y su papá no podía caminar. Entonces le dijeron que tenía que sacarlo ya y que, si no, ellos lo iban a sacar. Era un señor ya grande. Él dijo que estaba esperando a que alguien llegara para ayudarle a sacarlo, pero le respondieron que, si no lo hacía, lo sacarían ellos”. Menciono Norma.
Tras ser privados, nuevamente, de una vivienda y de un techo para protegerse de la noche, algunas personas comentaron que tuvieron que dormir, o apenas descansar, a las orillas de una barda escolar, sobre la vía pública; otras buscaron refugio en casas de familiares. Sin embargo, para muchos el techo aún no está asegurado para pasar la noche.
Es por ello que la propuesta del albergue no fue del todo bien recibida por los afectados, quienes exigen una solución de vivienda segura y estable, pues consideran que el albergue solo resolverá el problema de manera parcial y temen, nuevamente, ser obligados a desplazarse.

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