Texto: Manuel Ayala / Nómadas
Fotografía: Joebeth Terríquez y Janna Muñoz

Fotografías de algún ser querido, prendas de niños y de mujeres, maletas vacías, pasaportes e identificaciones personales, uno que otro número garabateado en un papel e imágenes de deidades religiosas son algunas de las posesiones que brotan a lo largo de la frontera entre Baja California y Estados Unidos.

Foto: Joebeth Terríquez

Cubiertas de polvo, son pertenencias que tiraron las madres, padres y niños en su paso por esta frontera, dejando rastro de su camino en busca de una vida mejor. Objetos que preciados que fueron transportados durante semanas o meses a lo largo de cientos de kilómetros.

Foto: Janna Muñoz

Lo que más resalta son los pasaportes e identificaciones de migrantes procedentes de lugares tan diversos como China, Nepal, Ucrania, Colombia, Venezuela y del interior de México.

Foto: Janna Muñoz

Las prendas cuelgan entre los árboles y los arbustos como adornos extraños en las zonas de Playas, “el bordo” y el ejido Jacumé; algunos de quienes las usaron serán enviados de regreso a sus países. Otros correrán con la fortuna de poder encontrar un hogar en una nueva tierra y otros tantos se quedarán a mitad de camino.

Foto: Joebeth Terríquez

Entre las pertenencias los migrantes también llevan puestas sus esperanzas: traen pruebas de las amenazas y la violencia de la que huyen y esperan presentarlas para solicitar asilo. También llevan certificados de nacimiento, preciados para los padres migrantes que temen ser separados de sus hijos por las autoridades estadounidenses.

Foto: Janna Muñoz

Algunos de estos objetos eran lo último preciado que llevaban consigo los migrantes y al dejarlos atrás se desprendieron finalmente de todo.

Foto: Janna Muñoz

Foto: Janna Muñoz

Foto: Joebeth Terríquez

Foto: Joebeth Terríquez

Foto: Janna Muñoz

Foto: Joebeth Terríquez

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Este reportaje fue publicado originalmente en Nómadas, que forma parte de la Comunidad de Medios. Aquí puedes ver la publicación original.