Culiacán, Sinaloa.- “¿Cuál es el giro narrativo, cuál es el cambio que sucede en el corazón de las personas que perdonan?, ustedes saben que es la compasión“, fueron las palabras del padre católico y negociador de la paz en Colombia Leonel Narváez Gómez, a una pequeña audiencia en el auditorio del Jardín Botánico de Culiacán.

Ahí, durante la tarde de este martes (30/01/2024), se llevó a cabo el primer encuentro de egresados del Programa de Perdón y Reconciliación: Promotores de Paz que brindan las Escuelas de Perdón y Reconciliación (ESPERE) a población vulnerable, que ha sido víctima o victimario.

Fundadas por el padre Leonel en Colombia en el 2002, y llegadas a México en el año 2006, estas Escuelas de Perdón y Reconciliación busca que sus asistentes logren “sanar las heridas, transformar la memoria no grata, generar prácticas restaurativas y brindar herramientas para recuperar la confianza y la creación de nuevas narrativas”. 

Emilio Urrecha López, director del centro de rehabilitación Comunidad Sinaí y promotor del programa, comentó que, en Culiacán, este taller ha sido brindado a alrededor de 70 ciudadanos, principalmente pacientes en rehabilitación, personas de comunidades pesqueras y mujeres en situación de cárcel.

Ante estas personas, fue que el creador del programa Leonel Narváez, recordó la importancia tanto para uno mismo como para la sociedad, de de perdonar y reconciliarse “Si hay algo poderoso en la vida es practicar la compasión, ese es el giro que tenemos que hacer quienes queremos practicar el perdón.”, dijo.

“Ustedes todos los días tendrían que ir al gimnasio de la compasión, y este lo encuentran con sus amigos, su familia, sus hijos. Cuando la practiquen van a ver cómo su vida se llena de paz y hasta de salud. Es difícil pero si no lo hago es peor, porque quien no perdona se queda para siempre como víctima”, explicó.

 

Perdonar, un regalo hacia uno mismo

Aunque pudiera parecer que sí, el perdonar y reconciliar no significa excusar a aquella persona que nos haya ofendido, aclaró Narváez, pues hay que ver al perdón como ‘un regalote hacia uno mismo’, que nos permitirá avanzar más allá del dolor y resentimiento que genera en el invididuo el verse a sí mismo como víctima. Asimismo, aclaró que el perdonar tampoco elimina las deudas de los ofensores con la justicia, sino que simplemente uno es un proceso personal de sanación, y el otro un proceso legal de justicia social.

“La persona que es compasiva logra entender las partes débiles de la persona que la ofendió, pero yo no quiero que ustedes digan que estoy excusando al ofensor, porque no. El perdón no niega la justicia y está tiene que buscarse; pero eso lo hará la justicia, nosotros no tenemos la facultad para buscarla”, explicó.

En cuanto a la reconciliación, Narváez Gómez explicó que esta es clave para la recuperación del tejido social, conectando la sanación individual de las personas, con la sanación de nuestras sociedades.

“Cuando un grupo vuelve a recuperarla confianza eso se llama sanar el tejido social, y una sociedad con un tejido social sano es una sociedad que progresa, mejora… Ese cambio es el camino más seguro hacia el progreso, hacia la seguridad, hacia la paz social”, indicó.

Vidas cambiadas

Durante el encuentro, también hubo oportunidad de que algunos egresados compartieran su experiencia con el taller. Ante la pregunta de ¿cómo eras antes y después del perdón?, estos señalaron sin dudar que el taller de perdón y reconciliación les cambió totalmente la vida.

El taller fue lo mejor que me pudo haber pasado. Antes vivía enojado, con coraje, pero trabajé en el resentimiento que tenía con mi madre, empecé a entenderla porque hizo todo lo que hacía y la perdone, porque no quiero estar sufriendo toda la vida”, fue el testimonio de José Ángel, quién contó que, a partir de está experiencia hoy se encuentra estudiando una licenciatura y lleva puros nueves y dieces.

“Ese día mi madre me dijo: sabes qué hijo, me has callado la boca. ¡Vieras que bien me sentí!”, finalizó.

Por su parte, Ana María contó que llegó al taller tras ser diagnosticada con una grave depresión a raíz del fallecimiento de su nieta. En este caso, necesitaba perdonarse a ella misma.

“Fui con psicóloga y psiquiatra, me vieron en focos rojos, en una depresión muy mala. Yo puedo decir que gracias a este taller pude volver a la vida, porque yo me la pasaba en el panteón lamentándome”, compartió.

 

En este sentido, el director del centro de rehabilitación Comunidad Sinaí y promotor del programa, Emilio Urrecha López, comentó que, independientemente de haber vivido un hecho traumático o de violencia, este taller es una herramienta útil para la vida de cualquier persona.

“… no solo para personas que han sido o víctimas o victimarios, han sufrido algún evento traumático, sino para incluso todo el mundo, para saber saber negociar los acuerdos que hay entre las personas, para mejorar la convivencia”, puntualizó.

Aquellos interesados en conocer un poco más del programa pueden comunicarse a ESPEJO al whatsapp 6671890057.

 

PARA SABER: Leonel Narváez Gómez es un sacerdote católico colombiano. Recibió su maestría en sociología rural de la Universidad de Cambridge en Inglaterra y su maestría en Teología de la Harvard Divinity School. Ha participado muy estrechamente en las negociaciones de paz con la guerrilla de izquierda en Colombia.

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