De criatura, en mi rancho, tuvimos de vecina a mi tía Lurdes. Es el amor encarnado, la vieja. Aunque entre su casa y la nuestra solo había una calle y, ella -al igual que mi mamá- también se casó con un Martínez, con mi tío Tomás; entre las formas de educar de ambas mujeres había un universo.
La Fina -mi mamá- y la Lurdes se quieren sin forma ni medida.
Ahora que mi tía vive en el norte de USA, solo por videollamada siguen en contacto; cada que se comunican, lloran mares. Una pendejea a la otra y le reclama: “si estarás pendeja, Lurdes, tú por todo lloras”, le dice mi mamá; al ratito, por lo que sea, la que llora es mi mamá y ahora le toca el turno a mi tía de pendejearla.
Siempre se despiden igual, mi tía le pide a mi mamá que cuide a su hija que aún vive en un rancho pegado al nuestro y, mi mamá le asegura que así lo hace; “cada que la veo, Lurdes, la regaño, pero es que la Nancy nomás no quiere hacer caso, mujer”, le dice; “Ay ya sé yo también, fina, no creas que no le digo nada yo, pero pues a una desde acá, que esperanza que le hagan caso, mujer”, revira la otra y así, se dicen adioses a gritos, pereciera que se pelean por ser la última en decir el último adiós.
Una vez cuelga la video llamada, a mi mamá le reverdece la memoria, se acuerda de alguna anécdota de mi tía Lurdes; nos la cuenta a carcajadas.
Una de las muchísimas que mi madre cuenta -y critica, tantito- es el método de reconciliación empleado por mi tía Lurdes cuando sus plebes se peleaban. La santa mujer a veces renunciaba a eso de, una vez peliadxs y bien golpeadxs -entre ellxs mismxs- lxs plebes, pegarles con lo que fuera, un cinto era la base, para que no se “volvieran a pelear”; en cambio, les obligaba a abrazarse, besarse y pedirse perdón.
Y allí estaba la santa mujer grito y grito: “dale un abrazo a tu hermanx”, “tú, deja que te abrace”, “si no se abrazan a lxs dos le voy a pegar con esta soga”, “dense un beso”, “pídanse perdón”… Entre indicación e indicación les reclamaba -y se comparaba con ellxs-: “que esperanza que nosotrxs en la casa nos tratáramos así”, “parece que no se quieren, que no son hermanxs”, “parecen enemigos”, “cualquier día de estos se van a venir matando”, se oía gritarles.
A veces, el agravio era tal, que entre mis primxs, el abrazo y el perdón no cabían, menos el beso. Lxs plebes se mantenía en sus posiciones de NO reconciliación y, pues mi tía hacía lo que cualquier madre en Estancia de los García allá por los 90´s hacía: “Darles una desconocida a changazos”.
La Lurdes intentaba la reconciliación, mi mamá se reía de ella, de ese esfuerzo. Mi madre se saltaba todo eso y sin más preámbulo, nos daba “una santa chinga”.
No crean que, como a mi mamá cuando habla con mi tía Lurdes, se me reverdeció la memoria, nel. No es eso. Por alguna razón, los últimos comentarios/eventos en torno al PAN y las personas que integran el partido, tanto a nivel federal como local, me hizo recordar justo esa anécdota que les conté.
Y es que, dejen les platico:
Hace poco, el PAN (Partido Acción Nacional) hizo algo llamado –por ellos mismos- relanzamiento del partido. Dicen que han aprendido de lo que -ahora- asumen como errores del pasado y, pues son un partido abierto a la ciudadanía. Mucha tela de dónde cortar con lo que se dijo y aseguró en ese lanzamiento, pero, para esta pseudoescribana solo entrará en costuras con lo referente a las poblaciones LGBTIQA+, la Jotiza pues.
Y es que, si algo ha hecho el PAN, es retrasar con cualquier artimaña, el avance de las luchas de la Jotiza.
Fíjense nomás lo que son las cosas: en el marco del “relanzamiento del PAN”, durante uno de esos eventos, hubo un compa que ocúrrasele la insolencia de aparecerse con la bandera arcoíris. Aunque hacía apenas minutos, el mismo partido se decía abierto a todas las luchas y a toda la ciudadanía, no van a creer que le cayeron al compa para que bajara esa bandera. No crean que es como de mitote, el vato que le cayó, sabiéndose que -según él- hacía lo correcto, se grabó mientras le reclamaba al otro simpatizante. Y no solo eso, mucho panista recién bañado salió a defender esa acción. Es decir, el relanzamiento les duro menos que un pedo en la mano; a la primera oportunidad fueron lo mismo de siempre.
No crean que acá, en este nuestro herido Sinaloa, cantan mal las rancheas la gente del PAN Sinaloa, no. Acá también hay telita marinera de donde cortar.
Un ejemplo, la diputada Roxana Rubio, quien se ha carcajeado del placer y gozo cuando, por ejemplo, no se aprobó el matrimonio igualitario en Sinaloa, ahora dice que, pues ella es la más abierta con la comunidad LGBTIQA+, háganme el rechingado favor. Aprovechando que me leen, si la ven, díganle que:
A mí, diputada, no se me olvida como te has expresado de la identidad de género, a ti sí, convenientemente.
A mí, diputada, no se me olvida como has votado en contra, cuando se trata de las poblaciones LGBTIQA+, a ti sí, convenientemente.
A mí, diputada, no se me olvida como te has enjuagado la boca con nuestras luchas, nuestros dolores, a ti sí, convenientemente.
A mí, diputada, no se me olvida como has estigmatizado a la población TRANS, a ti sí, convenientemente.
Y, por cierto, diputada; yo, como lxs plebes de mi tía Lurdes: primero me pelan el cuero, antes que, desde la lucha TRAS, “abrazarte”.
Se lo lavan.

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