Cuando el mundo duerme. Historias, palabras y heridas de Palestina es el título del más reciente libro de Francesca Albanese (ediciones Rizzoli, 2025), la Relatora Especial de Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados (claro está, por Israel e ilegalmente).
Es una obra magnifica, intensa, sensible, llena de vida e historias. Es un texto narrativo, político y social, hecho desde y para Palestina, y desde la rebeldía como lugar de enunciación. Auguro tenga pronto una traducción al español y una edición mexicana o latinoamericana, dada la trascendencia que, no lo dudo, va a tener para la comprensión histórica y humana del conflicto israelí-palestino y de Oriente Medio en general. El espíritu de este diario necesario recién publicado se destila a través de la imagen de portada, que reproduce la obra Last Night in Gaza de la artista palestina Malak Mattar, quien también protagoniza un capítulo del libro.
A nivel internacional, Albanese representa una de las voces más valientes, autorizadas y objetivamente críticas sobre la grave situación de los derechos humanos en los territorios ocupados por Israel en Palestina y el genocidio en curso.
No es el siglo XX, no es la historia ni una vieja foto, es ahora y lo estamos viviendo, el pueblo palestino está siendo aniquilado por una potencia colonial. Este es el mensaje frente a una opinión pública mundialmente, todavía, anestesiada y confundida por el mainstream mediático.
La autora, con argumentos y datos contundentes, informes oficiales y entrevistas, ha desafiado el sistema informativo mundial dominante y la narrativa occidental y estadounidense que tienden, todavía hoy, a justificar la aberración que representan más de 60mil civiles asesinados, de los cuales al menos 17mil son niños y niñas, por militares israelíes en 22 meses de “conflicto”. Palabra entrecomillada porque aquí no se trata de una confrontación simétrica o de buscar “una tregua” en una guerra, como repiten todos los medios del establecimiento occidental, sino de parar un genocidio y una matanza unilateral.
Unas salidas discursivas, justificativas, para las conciencias manchadas de sangre del ejército de Israel y de su clase dirigente, rea de crímenes contra la humanidad según el Estatuto de Roma, ha sido armar narrativas por pedazos, parciales. Una, según la cual la historia comenzó el 7 de octubre de 2023, cuando milicias de Hamás llevaron a cabo matanzas masivas y secuestros de población en territorio israelí, “escandalizando” a Occidente y justificando la “autodefensa” de un gobierno marcadamente sionista con Netanyahu a la cabeza.
Pero, de esta forma, se borra la larga historia precedente, la expulsión masiva de palestinos de sus casas desde mayo de 1948, o sea, la nakba (“catástrofe” o “desastre” en árabe) y todo lo consiguiente, como la ocupación ilegal israelí en territorio palestino después de 1967.
Otro discurso tóxico muy presente ha sido el de gobernantes europeos, como Giorgia Meloni en Italia, entre otros, quienes, para lavarse las manos, solo ahora, dicen que Netanyahu sí estaría exagerando, por ejemplo, al bombardear hospitales, cortar el suministro de luz o matar de hambre y golpes a la gente. Y, así, de alguna forma, estos políticos “condenan” ciertas acciones militares, pero luego dicen que apoyan la famosa “solución de los Estados”, aunque ya no exista casi territorio o recurso a disposición de los palestinos, y que van a mandar toneladas de ayuda.
Postura cínica, muestra de reiteradas hipocresías de medios, comunicadores y clases políticas enteras que abracan, en Italia y más países de Europa, todo (o casi todo) el espectro parlamentario: finalmente, en la práctica, son países que, en su mayoría, no reconocen al Estado Palestino y siguen haciendo negocios y enviando armas a Israel con las cuales son asesinados infantes y civiles inermes, o bien, mandan víveres que luego este país utiliza como anzuelo para perpetrar ulteriores violencias contra una población hambrienta.
En Bogotá, el 15 de julio se llevó a cabo la Conferencia Ministerial del grupo de La Haya sobre los Territorios Palestinos, organizada por el Gobierno colombiano, en donde la relatora especial, Albanese, ha pedido a todos los países que “corten relaciones con Israel. Hacer lo contrario, dice, es apoyar la presencia ilegal israelí en los territorios ocupados”.
El 3 de julio Albanese presentó al Consejo de Derechos Humanos de la ONU un informe sobre la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados, denunciando los intereses empresariales que respaldan la destrucción de Palestina y que lo que ocurre en Gaza es un genocidio sustentado en un sistema de ocupación explotadora y lucro, pues la especulación y el lucro corporativo han permitido y legitimado la presencia y las acciones ilegales de Israel.
“Durante décadas, la represión israelí contra el pueblo palestino ha sido orquestada por corporaciones plenamente conscientes, aunque indiferentes a las violaciones de derechos humanos y crímenes internacionales”, y para sustentarlo aporta que después del 7 de octubre “la bolsa de Tel Aviv ha subido un 213%, acumulando 225.700 millones de dólares en ganancias bursátiles, de las cuales 67.800 millones corresponden solo al último mes”. La conclusión es que para algunos el genocidio es muy rentable y se ha creado, por lo tanto, una “economía de genocidio”. Esto es una estructura corporativa que constituye algo más cruel y profundo que una “simple” economía de guerra.
“El informe argumenta que Palestina se ha convertido en el epicentro de un ajuste de cuentas global, exponiendo el fracaso de los sistemas comerciales y legales internacionales para defender incluso los derechos más básicos de uno de los pueblos más desposeídos del mundo”, siendo los actores corporativos “profundamente entrelazados con el sistema de ocupación, apartheid y genocidio en el territorio palestino ocupado”.
Albanese ha identificado 48 empresas globales, entre las que se cuentan fabricantes de armas, tecnológicas, financieras, de construcción y energía, que, cito, “han incumplido sus responsabilidades legales más básicas de ejercer su influencia para poner fin a la violación en cuestión o terminar las relaciones y desvincularse”. Finalmente, agrega la experta: “Estos actores han consolidado y expandido la lógica colonial israelí de desplazamiento y reemplazo, y esto no es accidental”. Ya esto lo había identificado el filósofo camerunés Achille Mbembe en su fundamental ensayo Necropolítica, cuando analizaba el sistema de apartheid contra los palestinos, la segregación espacial, vertical e infraestructural, y la ocupación agresiva de las ciudades, especialmente en Cisjordania, por los colonos israelíes, para fomentar la expulsión de población palestina, pero no solo por razones “políticas”, sino también como parte de un entramado económico y de negocios boyantes.
La crisis de Gaza y Cisjordania, que Francesca en estos meses no ha dudado en describir como un genocidio perpetrado por el Estado de Israel en contra del pueblo palestino, es síntoma de una crisis global, de una guerra civil o “guerra grande” por etapas y sobre distintos niveles y escenarios, con frentes abiertos y latentes. Por ello, la podemos mirar simplemente a través de sus fragmentos desconectados, sino observarla a lo largo del tiempo y en los espacios de los conflictos, explosionados o potenciales, como conjunto inestable y precipitadamente violento.
En estos contextos, en mi opinión, es donde están en juego dramática y urgentemente la capacidad de memoria y crítica, tanto cuanto el futuro y la dignidad nuestra como humanidad.
Mucho antes del fatídico 7 de octubre de 2023, día del ataque de milicias de Hamás en contra de civiles y militares en territorio israelí, en el que fueron asesinadas unas 1,200 personas y secuestradas 250, los términos que desde el derecho internacional, los derechos humanos y las ciencias sociales se utilizaban para tratar de describir el tipo de acciones ejecutadas por Israel en contra del pueblo palestino nos remitían a los capítulos peores de la historia humana: limpieza étnica y desplazamiento; apartheid y segregación socioespacial (vertical, horizontal); colonialismo de ocupación; terrorismo de Estado; hambruna intencional; y ahora más contundentemente que nunca, la expresión y espectro del genocidio, sobre todo a partir de la represalia militar post-7O contra Gaza y demás territorios ocupados.
Esto es con base en múltiples informes de organizaciones civiles (como Amnesty o HRW) y de la relatoría de las Naciones Unidas, gracias al valor y competencia de Francesca Albanese y de sus antecesores en documentar las violaciones. Asimismo, contamos con el expediente de la acusación pendiente y las primeras manifestaciones públicas de la Corte Penal Internacional, entre otras fuentes locales, además de voces críticas del periodismo y la sociedad civil dentro del mismo Israel. Todos ellos y ellas van documentando, investigando y reconociendo en Gaza y la West Bank este gravísimo crimen contra la humanidad.
Como ya mencioné, en el medio político europeo, la “solución de los dos Estados” para Palestina es una cortina de humo a estas alturas. Lo escribe así Francesca en su libro más reciente: “La ocupación [de Israel en territorios palestinos] es ilegal porque, con su misma presencia, impide a los palestinos gozar del derecho a la autodeterminación: el derecho de un pueblo a existir y a determinarse, o sea, a elegir por sí mismo, sin el control extranjero sobre el territorio y sobre la vida de los palestinos que lo habitan. Sin embargo, este simple derecho a existir como pueblo y vivir en libertad todavía es contestado por algunos o confundido peligrosamente con la solución de los dos Estados. Pero no creo que se necesite ser juristas para entender que cualquier otro derecho pierde significado y se vuelve ejercicio de mera retórica intelectual, sin aquello a la autodeterminación”.
El Estado terrorista, según el profesor de relaciones internacionales italiano, Alessandro Orsini, aplica la violencia infraestructural, es decir, el uso de violencia política a través de las instituciones, y una retórica que desresponsabiliza a los perpetradores, que funciona toda vez que el ejército comete algún abuso o crimen y, luego, surge siempre una justificación desde aparatos de poder e ideológicos para legitimar el acto y difuminar las responsabilidades castrenses. Como escribí en mi columna el 21 de noviembre de 2024, titulada Terrorismo de Estado y genocidio en Gaza y Cisjordania: “Muchos de estos factores han funcionado con anterioridad a la terrible y execrable masacre cometida por Hamás en territorio israelí el 7 de octubre de 2023 y se insertan en un conflicto de más de un siglo de duración”.
Entonces, hay evidencias cada vez más consistentes de que el terrorismo de Estado en Gaza y en Cisjordania fue preparando y reforzando conductas genocidas prolongadas en contra del pueblo palestino, reitera la relatora Albanese: “El genocidio de Gaza es una tragedia anunciada, y existe el riesgo de que se extienda a otros palestinos que viven bajo dominio israelí. Desde su creación, Israel ha tratado al pueblo ocupado como un estorbo odioso y una amenaza que debe erradicarse, y ha sometido a millones de palestinos, durante generaciones, a indignidades cotidianas, matanzas en masa, encarcelamientos en masa, desplazamientos forzados, segregación racial y apartheid. El progreso en su objetivo del ‘Gran Israel’ amenaza con suprimir a la población autóctona palestina”.
“Cuando están en juego vidas humanas, la imparcialidad se vuelve un deber que nos obliga a ponernos del lado del derecho, de la justicia y de las víctimas. Ser imparcial significa tener el valor de defender lo que es justo, de dar voz a quien fue silenciado o simplemente ignorado, y de luchar contra los abusos que devastan nuestro mundo. La imparcialidad no consiste en fingir no tener una opinión frente a las atrocidades o en asumir que se debe de mantener una posición equidistante entre dos partes en contraste, aun cuando sus posiciones están histórica y estructuralmente desiguales y cuando hay una parte que ocupa, depreda y oprime, mientras que la otra es ocupada, depredada y oprimida, gatillando desastrosos mecanismos de violencia”.
La idea del lema latino, solidum, desde el cual derivan las palabras sólido y solidario, remite a la entereza, la completitud, la unión e indivisión, contrario a lo disperso y fragmentado.
Cierro esta entrega con una cita desde la contraportada del libro Cuando el mundo duerme, ya que me centré mucho en aspectos políticos y de derecho internacional, pero la obra cuenta y representa mucho más, las vivencias de un pueblo, de quienes lo apoyan en su lucha por sobrevivir y en esclarecer la historia:
El espíritu de un lugar está formado por las personas que lo habitan, por las historias que se entrecruzan en sus calles. Y esto es especialmente cierto en el caso de Palestina, guardiana de acontecimientos históricos trascendentales y escenario de una de las páginas más dolorosas de la historia contemporánea. Francesca Albanese, relatora especial de la ONU sobre los territorios palestinos ocupados, una de las personas más competentes y autorizadas en materia de estatus jurídico y situación de los palestinos, amada (u odiada) en todo el mundo por la integridad y la pasión con la que lucha por los derechos de un pueblo oprimido durante demasiado tiempo, nos ofrece aquí historias que entrelazan información, reflexiones, emociones y acontecimientos íntimos. Un viaje marcado por diez personas que han acompañado a Francesca a comprender la historia, el presente y el futuro de Palestina. Hind Rajab, que murió a los seis años bajo las bombas que destruyeron Gaza, nos abre los ojos sobre lo que significa ser niño en un país donde los niños no tienen un nido que los proteja y respete sus raíces. Abu Hassan nos guía por los lugares de fatiga y sufrimiento en las afueras de Jerusalén; y George, amigo íntimo de Jerusalén, nos muestra maravillas y disparates. Alon Confino, gran estudioso del holocausto, nos ayuda a comprender los contrastes que pueden albergar en su corazón un judío que ve el apartheid y quiere su fin. Ghassan Abu-Sittah, cirujano llegado desde Londres para adentrarse en el horror más inimaginable, nos cuenta lo que ha visto; y Malak Mattar, joven artista que ha hecho el camino inverso, comparte la historia de quienes han tenido que abandonar Gaza para poder expresarse o para sobrevivir. Y luego Ingrid Jaradat Gassner, Eyal Weizman, Gabor Maté… hasta llegar a una de las personas más cercanas a Francesca en la vida, así como en la búsqueda de una conciencia capaz de traducirse en acción. Diez historias que se entrelazan con las vidas de muchas otras, planteándonos preguntas que es necesario responder: ¿cuáles son las consecuencias de la ocupación? ¿Dónde está el hogar de una persona refugiada? ¿En qué condiciones vive el pueblo palestino? ¿Hasta dónde puede llegar la crueldad de un genocidio? Preguntas que no podemos eludir, relacionadas con personajes y lugares que nos permiten comprender lo que fue Palestina hasta el 7 de octubre de 2023 y lo que es ahora.
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