Por: Carmen Garnica, responsable de vinculación e incidencia en Iniciativa Sinaloa

La corrupción a lo largo de la historia y de los tiempos puede ser identificada de acuerdo a los individuos que lo realizan, o eso es lo que planteaba Cicerón en De oratore, donde analizaba este antivalor de la ética pública como una actividad humana la cual busca beneficiar a un grupo o a un individuo por encima del bien común. A su vez, el honor juega un papel importante para que exista ausencia de corrupción, tanto era así que en la época de los romanos cuando se debía sancionar a quien la cometiera solo existían dos vías: el suicidio o el exilio, siendo la primera más honorable. Lo que me hace pensar en los varios políticos que dejando un puesto público se van a otros países, seguramente por otros motivos, no relacionados a antivalores de la ética pública.

Hoy en día, la corrupción es mal vista, sobre todo por sus efectos, los cuales no permiten que un estado fluya adecuadamente. Se dice que “la corrupción se puede tener bajo control” cuando existe mayor transparencia de los entes públicos, así como la muy sonada reprobación social. A pesar de ello, muchos apuestan al olvido, y es que el cansancio de la población es constante cuando por mucho que se visibilicen las omisiones e incluso las faltas en la ley por motivo de corrupción, el actuar de quien debiera ser árbitro es nulo o poco operante.

 

En los inicios del que se considera unos de los procesos electorales más grandes de México, seguramente los actos de corrupción se harán presente, no hay que olvidar que estos los pueden realizar tanto particulares como miembros del sector público y partidos políticos. El problema está en cómo nos enfrentemos a ellos, como sociedad debemos hacer frente y señalarlos, mostrar nuestra inconformidad, ya sea en sociedad civil o como ciudadanos. Y es que en los tiempos que están por venirse en la primavera de 2024, las promesas y discursos anticorrupción, brotarán como flores en los actos de campaña, donde como en otros años se señalará por corrupción de un lado y del otro, discurso que en muchos casos los vencedores terminan por olvidar, sobre todo cuando se encuentran en la silla del servidor público, quizás ellos lo entiendan cómo servirse de lo público. Esto último es un acto deplorable de personas que buscan su beneficio personal por encima del beneficio del bien común.

Por ello es importante no caer en el olvido social. Si bien, hoy las tecnologías y las redes sociales nos sirven para perpetuar las promesas que se dan con la intención de recibir votos, está en nuestras manos señalar aquello que no cuadra con la ética que deben cumplir los servidores públicos, no permitamos que el poder corrompa, ya que ello termina transgrediendo los derechos humanos, la libre expresión y la formación de ciudadanía crítica.

 

Sobre todo en países como el nuestro, donde según datos de Transparencia Internacional, México se encuentra en el lugar 126 de 180 países estudiados, con 31 puntos de 100 que se analizan, nuestro nivel de transparencia es similar al de países como El Salvador, Kenia y Togo. El índice de percepción de la corrupción que desarrolla Transparencia Internacional se viene realizando desde hace 12 años, desde 2020 México no ha cambiado de posición, una razón más para no olvidar, alzar la voz y no permitir que se desdeñe a la sociedad.

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