Por Angel Leyva Murguia. Director de investigación en Mexicanos Primero Sinaloa.
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Para la educación en México, el mes de mayo es, sin duda, motivo de celebración. Por un lado, para reconocer la labor de los docentes como principales impulsores del derecho a aprender, y por otro, para festejar a las y los estudiantes, los cuales son la prioridad que mueve el sistema educativo. Sin embargo, más allá de los festejos, estas fechas también son un llamado a reflexionar sobre los retos y limitaciones que enfrentan en las comunidades escolares.

Debido a la extensión y diversidad del sistema educativo me limitaré a visibilizar lo que sucede en la educación básica, esto, al ser los principales niveles educativos a los que Mexicanos Primero Sinaloa se ha dirigido desde hace más de 11 años y que abarcan los desafíos más profundos para la atención de los estudiantes.

De acuerdo con la información del ciclo escolar 2024-2025, hay 32,963 maestros y 562,428 alumnos que asisten a 6,249 escuelas públicas y privadas en Sinaloa. Estas cifras, que muestran la magnitud del sistema educativo, no son solo números: detrás de cada estudiante y docente, hay experiencias, historias y derechos que deben ser garantizados.

A pesar de esto, desde septiembre de 2024 las comunidades escolares asisten a las escuelas con miedo e incertidumbre. En los distintos contextos y regiones de la entidad, el sistema educativo sigue azotado por la violencia y hasta la fecha no se visualiza cuando pueda terminar.

Otro reto que enfrentan los docentes en sus comunidades escolares son las enormes carencias de infraestructura y equipamiento escolar. En el mismo ciclo escolar (2024-2025), se tienen en Sinaloa 4% de escuelas sin electricidad; 18% sin agua potable; 12% sin servicio de lavado de manos; 13% sin sanitarios independientes; 62% sin computadoras; 61% sin conexión a internet y 74% sin infraestructura adaptada, lo cual muestra las carencias de los centros escolares en la entidad.

En cuanto a los retos particulares los docentes, su trabajo se ha visto afectado por múltiples causas. La implementación de la Nueva Escuela Mexicana implicó adaptarse a nuevos enfoques pedagógicos, contenidos curriculares y formas de evaluación, muchas veces sin contar con la formación suficiente ni con un acompañamiento constante y pertinente. Esta situación generó incertidumbre y desigualdades en la aplicación del modelo, particularmente en contextos donde los recursos son limitados. Todo esto ocurre en una entidad en el que el salario promedio mensual de los docentes es de apenas 8,490 pesos, una cifra que no corresponde con la responsabilidad social que implica formar a las nuevas generaciones, ni con el nivel de preparación y compromiso que se les exige.

En cuanto a los estudiantes, estamos lejanos a garantizar su derecho a aprender. Por cada 100 escolares que ingresaron a la primaria en 2005-2006, egresaron 95. De éstos, ingresaron a la secundaria 92 y la concluyeron 81. Continuaron en el bachillerato 83 (debido a la reinserción) y egresaron 54. Finalmente, 40 de estos ingresaron a la educación superior y solo 26 lograron terminarla (ciclo 2021 – 2022). Es decir, solo 1 de cada 4 estudiantes que ingresan a primaria logran concluir sus estudios universitarios en tiempo y forma. Si hablamos de aprendizaje las limitaciones no son muy diferentes, pues en la última evaluación diagnóstica disponible de la Mejoredu, los alumnos del nivel primaria en matemáticas obtuvieron solamente un 53% de respuestas correctas, mientras que los de secundaria un 52%, lo cual muestra los niveles insuficientes alcanzados en la prueba.

Los docentes son un elemento estratégico para el funcionamiento del sistema educativo y para garantizar el derecho a aprender; las y los estudiantes, su razón de ser. Mayo no debe limitarse a los homenajes, sino asumirse como una oportunidad para renovar el compromiso institucional con mejores condiciones estructurales para enseñar y aprender.

Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de ESPEJO