Por: Ángel Leyva, director de investigación de Mexicanos Primero Sinaloa
La cercanía de las elecciones comienza a anticipar la partida de ciertos funcionarios que buscan postularse para cargos de elección popular. Entre ellos se encuentra la secretaria de Educación Pública y Cultura, Graciela Domínguez Nava, quien figura en la lista de aspirantes a una diputación federal. Este contexto nos invita a reflexionar sobre el perfil y las expectativas que debería reunir el próximo titular de la SEPyC.
El próximo nombramiento como titular de la SEPyC debe ser una persona con alta vocación y compromiso con el derecho a aprender de niñas, niños y jóvenes. Un perfil con visión a largo plazo y transexenal que tenga claro que más allá de los intereses políticos o electorales, lo que verdaderamente importa es impulsar el presente y futuro de las próximas generaciones. Además, debe tener un enfoque inclusivo y comprometido con la equidad que le permita ser receptivo con las necesidades de las escuelas y sus contextos, priorizando y dando atención diferenciada y focalizada donde más se necesita. Esto permitiría impulsar temas como la primera infancia, la infraestructura educativa, o darle atención a grupos históricamente en condiciones de marginación como migrantes e indígenas.
Otra característica importante para quien dirija la educación en Sinaloa es producir y considerar evidencia sólida para la toma de decisiones. En ese sentido, debe reconocer la emergencia educativa actual para la recuperación de los aprendizajes y las afectaciones emocionales. La primera, evidenciada por las evaluaciones diagnósticas de la MEJOREDU, donde es claro como el sistema le falla a los estudiantes quienes enfrentan altos niveles de insuficiencia en lectura y matemáticas. La segunda, con investigaciones como Equidad y Regreso, donde se muestra la urgencia de encaminar esfuerzos para la atención socioemocional, ya que, a pesar de su importancia, no ha sido considerada una prioridad.
Gobernar es una tarea compleja que requiere la participación de otros actores educativos y sociales. Por tal motivo, ante la magnitud de los desafíos que enfrentamos como sociedad, se necesita liderazgo, vinculación y apertura al diálogo por parte de los tomadores de decisiones. Quien dirija la educación en Sinaloa, debiera escuchar las voces que aportan a la mejora educativa sin excluir a nadie. Apoyarse de la sociedad civil, el sector privado y las comunidades escolares, mejoraría el desarrollo de políticas más articuladas y consensadas, a las cuales numerosos agentes de cambio y desde diversos frentes podrían impulsar.
Mejorar la educación depende en gran medida del trabajo que realizan docentes y directivos. El compromiso del titular de SEPyC debe ser revalorizar la función docente. Para esto, deberá incentivarse y reconocerse su trabajo, brindarles apoyo y acompañamiento, así como fortalecer sus procesos de desarrollo profesional. Fortalecer las escuelas formadoras, el aprendizaje profesional continua y reducir cargas administrativas innecesarias son algunos de los retos que deberán atenderse.
Finalmente, se requiere que quien esté a cargo en la secretaría de educación tenga voluntad política para asumir el compromiso con responsabilidad. Atender los asuntos más importantes que quedaron pendientes no es tarea fácil y es imprescindible un trabajo serio y comprometido. Como sociedad exijamos un perfil que no utilice la plataforma educativa como un trampolín político, una persona que realmente responda a las expectativas a las que aspiramos. Alguien que entienda lo que impulsar la agenda educativa representa. De esta manera, será un gran paso para avanzar en el mejoramiento del sistema educativo que los estudiantes necesitan.
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