Por: Daniel Rodríguez, investigador de Mexicanos Primero Sinaloa.
En México, el derecho a la educación enfrenta serios desafíos desde los primeros años de vida y se agrava conforme avanza la trayectoria escolar. A pesar del discurso oficial que reconoce la educación como un derecho fundamental, los datos muestran que millones de niñas, niños y adolescentes siguen encontrando barreras estructurales para ejercerlo plenamente. Así lo señala el Estudio sobre el ejercicio de los derechos de niñas, niños y adolescentes en México (2025), elaborado por el CONEVAL, donde se abordan algunos de los retos que enfrenta esta población para acceder, permanecer y aprender a lo largo de su trayecto educativo.
Durante la primera infancia se define buena parte del desarrollo físico, cognitivo y emocional. Sin embargo, el país arrastra una cobertura baja en servicios de educación inicial y cuidado infantil. Solo el 6.2% de niñas y niños de 0 a 5 años asiste a centros de cuidado formal, y únicamente 3.4% de los menores de tres años acceden a educación inicial escolarizada. En el nivel preescolar, la tasa neta de escolarización —la cual consiste en la proporción de estudiantes en edades normativas que están inscritos en el nivel que le corresponde— cayó de 71.8% en el ciclo 2018-2019 a 66.6% en 2022-2023. La pandemia, la pérdida de ingresos y la limitada cobertura en zonas que enfrentan marginación, agravaron una situación que ya era deficitaria.
En primaria, si bien las tasas de ingreso y egreso son altas —95.8% de escolarización neta y 97.2% de eficiencia terminal—, aún persisten rezagos. El 1.8% de niñas y niños de 6 a 11 años no asiste a la escuela, y alrededor de 200 mil presentan rezago educativo. A esto se suman afectaciones socioemocionales que dejaron huella en la etapa postpandemia: una cuarta parte reportó sentir estrés o desesperación por las tareas escolares, y más del 13% expresó sentimientos de tristeza o depresión.
Pero el mayor punto de quiebre ocurre en la adolescencia. Conforme se avanza a secundaria y media superior, la permanencia escolar se debilita. La tasa neta de escolarización cae a 82.9% en secundaria y a solo 62.5% en media superior. El abandono escolar se triplica al pasar de secundaria (2.7%) a bachillerato (8.7%), mientras que el rezago educativo entre adolescentes de 12 a 17 años alcanza el 16.1%, lo que representa a más de dos millones de jóvenes fuera de la escuela.
Este patrón evidencia una exclusión acumulativa. Aunque en primaria la mayoría de los estudiantes concluye oportunamente (97.2%), la eficiencia terminal baja a 90.9% en secundaria y se desploma a 75.6% en educación media superior. A cada paso, el sistema educativo pierde estudiantes, especialmente aquellos en situación de pobreza, sin apoyos efectivos ni condiciones estructurales que garanticen trayectorias escolares completas y significativas.
Lo expuesto anteriormente muestra que el derecho a la educación enfrenta múltiples desafíos que varían según la etapa del curso de vida, pero que en conjunto reflejan una deuda persistente del Estado con su infancia y adolescencia. Las cifras son claras y deben traducirse en decisiones urgentes. Garantizar el derecho a aprender significa asegurar las condiciones propicias para construir, desde el inicio, trayectorias educativas completas, exitosas y participativas para cada niña, niño y adolescente en México.
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