El día seis de junio llovió en Buena Vista cerca de Santa Gertrudis, Badiraguato. Buena Vista, es un poblado enclavado en la sierra Madre, se ve bonito, al menos así me pareció en los videos que pude ver en redes sociales, el poblado se encuentra enclavado entre vegetación de pino-encino, por lo que podemos deducir que se encuentra arriba de los 800 metros sobre el nivel del mar.
Esa fue la noticia en diferentes medios locales. Finalmente cayeron las primeras perlas de agua para un sediento Sinaloa que ya clamaba su presencia. La falta del preciado líquido tiene aún preocupados a todos los que de ella dependemos, particularmente al sector agrícola, pues esta actividad primaria está íntimamente ligada a este recurso, sin olvidar a otros como el ganadero, el pesquero, la industria, y que decir de la ciudadanía.
La realidad es que seguimos inmersos en una crisis hídrica, en la actualidad la tierra de los once ríos se encuentra sedienta por la falta del vital líquido. Las presas están por debajo de sus niveles mínimos históricos, mostrando una tierra agrietada que reclama la presencia de su otrora fiel compañera.
El problema parece ser que el recurso agua ya dejo de ser un “recurso natural renovable” que se presentaba puntualmente a principios del verano, para almacenar las once presas, a las que pronto se le sumarán dos más, con ellas se tiene una red de canales por la que se transporta la humedad a los ricos campos sinaloenses, dando a cambio de ello alimentos y empleo a cientos de agricultores.
Esta situación también podría ser el espejo para el resto del país, pues el monitor de sequía de CONAGUA (30 de mayo) aún presenta en la geografía nacional algún grado de sequía. Aclarando que regiones como la Península de Baja California y el Alto Golfo de California se observan manchones en sus territorios “sin sequía”.
Las sequías y las inundaciones son fenómenos ambientales asociados al cambio climático, hace algunos años las Naciones Unidas proyectaba que el 75% de la población mundial sería impactada por este fenómeno para el 2025, un poco más de 6,000 millones de habitantes. Yo creo que tenemos que decirle a la ONU que acá en Sinaloa desde hace algunos años formamos parte de ese 75% padeciendo y sufriendo la sequía.
El problema de la ausencia de lluvias es que tiene un efecto domino, pues si no tenemos agua, podríamos no tener electricidad, sino tenemos agua podríamos no tener tortillas, sino tenemos agua podría faltar la carne para el día del padre, luego sin electricidad los hijos no tendrían acceso a sus celulares y toda la tecnología con la que ahora disponen. Eso impacta en lo económico, social y ambiental. Aclarando que estos tres impactos están concatenados veamos qué puede suceder desde la perspectiva ambiental, aquí algunos ejemplos:
Pérdida o destrucción de hábitats y disponibilidad de agua para especies silvestres es uno de ellos pues todas requieren del vital líquido, su ausencia reduce las posibilidades de subsistencia. Las sequías prolongadas provocan la desertificación de hábitats y con ello su disponibilidad para especies de flora y fauna que conforman estos ecosistemas. También se pueden incrementar las enfermedades en animales silvestres. O migraciones a espacios menos aptos o más poblados provocando competencia intra e interespecífica por la disponibilidad de alimentos y por ende más enfermedades.
Pero qué pasaría con especies que se encuentran en algún estatus de conservación o aquellas que son simbióticas, o son muy especializadas en sus alimentos: el final del camino podría ser la extinción.
Con sequías prolongadas en los bosques se pueden presentar mortandades de arbolados o de sotobosques, que son muy propensos a incendios, sean estos por cuestiones naturales o antropogénicas, cualquiera que sea el factor, las camas de hojarascas tienen un alto potencial de ignición.
El listado es largo, pero regresaremos a Santa Gertrudis, pues mencionamos que es un poblado en la Sierra Madre a más de 800 msnm, con vegetación de pino-encino y antes de ese tipo de vegetación se encuentra la región conocida como pie de sierra y en ella la selva baja caducifolia y otros ecosistemas que aún se mantienen en buen estado de conservación. Son estos tipos de ecosistemas en los que nos tenemos que concentrar. Esto porque nos pueden servir como esponjas para captar la mucha o poca agua que caerá en este verano y en los que siguen, para que luego corran a las presas para que se almacenen. Ahora después de la cosecha y almacenada de agua sigue el aprovecharla apropiadamente. Es importante tener una visión a largo plazo, prepararnos para el cambio climático, pues el mole de todos los problemas ambientales llegó para quedarse, aderezarlo con acciones de conservación y manejo de los ecosistemas es la mejor receta para esperar que las Santas Gertrudis se repliquen en toda la geografía sinaloense.
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