Nuria González, Directora general de Mexicanos Primero Sinaloa.

El título de esta lectura busca llamar la atención y provocar que, por unos minutos, centremos la atención en lo que viven muchas niñas y adolescentes en las escuelas de Sinaloa. Según datos del Censo de Población del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) que se realizó en 2020, Sinaloa tiene una población de más de 3 millones de personas, de las cuales más de la mitad (50.6%) son mujeres. El 33% de la población total son mujeres que se encuentran en edad reproductiva (10 a 54 años), de las cuales 8.5% de ellas son niñas y jóvenes de entre 10 y 19 años.

Pero específicamente pretende invitar a pensar en las niñas y adolescentes que no tienen la capacidad económica para comprar los insumos necesarios para gestionar sus periodos menstruales. De acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), a esto se le conoce como pobreza menstrual, término que incluye, además, la carencia de educación sobre el tema, así como la falta de acceso a instalaciones adecuadas, como los son inodoros, agua corriente y de gestión de residuos.

Este tipo de pobreza generalmente ocasiona la inasistencia a la escuela de esas niñas y adolescentes. En el mundo, una de las principales causas de ausentismo de las alumnas es la falta de educación sobre higiene menstrual, así como la incapacidad de las niñas y adolescentes para gestionar de manera adecuada sus periodos menstruales.

Las razones por las que prefieren no asistir a la escuela durante su menstruación podrían ser la falta de productos como toallas, tampones o copas, carencia que las llevaría a manchar sus ropas y ser expuestas por ello; inadecuadas instalaciones escolares en lo que se refiere a baños y agua corriente; y el inadecuado manejo sobre el tema en los materiales escolares, que propician los tabúes y la desinformación.

En contraposición con esa realidad, ahora pensemos en niñas y adolescentes que además de tener una educación sexual integral, cuentan con información oportuna y suficiente para combatir estereotipos, estigmas y tabúes; en niñas y adolescentes con acceso garantizado a insumos suficientes y adecuados para la gestión e higiene de la menstruación y con baños limpios, con agua entubada, drenaje, papel higiénico, jabón, botes de basura con tapa o dispositivos para desechos sanitarios y privacidad para cambiarse. Esta debe ser la aspiración.

Reducir esa brecha de desigualdad en el proceso educativo para niñas y adolescentes con motivo de la menstruación, es posible. Sinaloa puede ser uno de los estados que cuente con acciones con perspectiva de género en sus escuelas y genere condiciones de igualdad en sus comunidades educativas a través de entornos inclusivos que propicien el aprendizaje y su desarrollo.

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