Pero nadie puede explicar el efecto del miedo cuando se apodera del espíritu.

Daniel Defoe

 

̶ La noche está en nuestras casas y calles. ̶ Dice la escritora Han Kang, cuando rememora los angustiosos días de 1980 para el pueblo coreano, durante el terrible golpe militar. Ese manto de oscuridad de alguna manera es el techo y es el entorno de amplias zonas geográficas en nuestra entidad desde el inolvidable 9 de septiembre del año pasado. Las tinieblas con que tropezamos a cada paso son el luto que guardan cientos de familias por las pérdidas de seres queridos en estos 12 infaustos meses, esa noche también toma cuerpo en el dolor por la desaparición de más de 2 mil personas desaparecidas en Sinaloa. Y al menos alcanza un color pardo el renglón de los desplazados por razones de violencia, que en este mes de septiembre vuelve a ser nota destacada en coordenadas del municipio de Culiacán,

Llaman poderosamente la atención los meses de junio pasado y el presente mes de septiembre. Los picos estadísticos que se refieren a los delitos son los más pronunciados en lo que va de Ola violenta que arrancó a principios de septiembre de 2024. Sin haber concluido los días y horas de este septiembre ya nos adelantó hechos que abonan un dolor profundo: 13 mujeres han sido asesinadas en lo que va del mes, de acuerdo a medios de comunicación, lo que pinta un panorama difícil y complejo en materia de seguridad. Las circunstancias y el perfil de algunos de los casos imponen elementos de mayor preocupación, como es el caso de la maestra Jesamel, que perdiera la vida frente a su familia en Altata.

Un año después de iniciada la crisis de seguridad y con aristas del comportamiento de la economía que la vuelven más compleja, una de las conclusiones a que nos obliga el balance de aniversario es que los alcances de la estrategia planteada desde la autoridad para controlar la difícil situación que vivimos son muy limitados. Otra más lo es el que contando con los inmensos recursos de la educación y lo que ha significado la ESCUELA, sí, con letras mayúsculas, no hemos movido un jeme esas reservas tan valiosas. Y en estos momentos hay que partir de los pobres resultados obtenidos y considerar las posibilidades que tenemos de alcanzar la pacificación sumando a lo que ya hemos hecho las potencialidades de la ESCUELA y la educación. Hay elementos que la crisis ha descubierto y que no han sido tomados en cuenta.

Y esos elementos consisten en que ya poco se presentan los enfrentamientos masivos, se han priorizado las acciones tipo guerrilla, esas de pega y huye, a las que fuerzas regulares difícilmente pueden dar respuestas efectivas y los grupos delincuenciales realizan actos violentos pensados en poner el dolor, el miedo y las incertidumbres en el mismo hecho. El impacto social que ello genera es de gran calado. Por eso insistimos en que los elementos que dan sentido a la estrategia actual no contempla estos aspectos y que, por lo tanto, debe revalorarse lo que desde otras instancias y desde la sociedad se puede y debe hacer, parar llegar al final victoriosos.

Junio y septiembre nos obligan a concluir que la andadura y la dirección que hemos tomado no son las que demanda en este momento la situación que padecemos. Así como en medicina se valora el efecto de los remedios sobre la enfermedad que se combate, en materia de seguridad nuestro comportamiento debe ser el mismo: revisemos resultados de lo hecho hasta hoy.

No condenemos a las policías locales y fuerzas federales, ni los esfuerzos en los que se han empeñado buscando la paz para Sinaloa. Sus afanes y el sacrificio de varios de sus miembros tienen un invaluable mérito para todos nosotros; pero es hora ya de decirle a la autoridad y hacer conciencia nosotros de que la estrategia que apuesta sólo a la acción policial frente a la prolongada crisis de seguridad, no tiene futuro alguno. Y que ello nos lleva a realizar lo que no hemos hecho: redimensionar el papel de la ESCUELA, como vértice de la vida comunitaria. La ESCUELA está llamada, en estas circunstancias, a ser mucho más que aulas donde se reciben clases y de actividades complementarias. La Institución educativa debe ser centro de coincidencias de los vecinos y espacio para la búsqueda de alternativa ante la crisis.

Hemos reiterado con frecuencia la necesidad de una acción social que exija y trabaje por el fin de la crisis. Ya conocemos algunas iniciativas que se realizan desde organizaciones de la sociedad y desde sectores de la economía. En ellos se reivindica la intención de inyectarle vitaminas a la actividad productiva y empresarial. No es malo, como no lo será la implementación de políticas públicas con el fin de incentivar el crecimiento económico. También resulta alentador ver la iniciativa de organismos impulsores de la paz y de un sin fin de promotores del deporte, de practicantes del senderismo y de defensores de los espacios públicos, que desarrollan iniciativas de torneos en las disciplinas deportivas, promueven danza, zumba y caminatas por la paz.

Lo que ha sucedido en los meses de junio y el septiembre presente debe llamar la atención a la autoridad y a la sociedad. Cruzarse de brazos, nunca. Pero seguir con el mismo guion en nuestro actuar, tampoco. Volvemos a reiterar en que se le dé vida al trabajo conjunto de autoridad y sociedad.

No nos hemos dado la oportunidad de sumar coordinadamente fuerzas para superar la crisis de seguridad que, al prolongarse por más de un año, reclama una solución de fondo. Y esa solución sólo puede tomar su lugar a condición de hermanar los esfuerzos desde la autoridad y los que se aporten desde la sociedad este sábado 27 a las 4:30 pm.

Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de ESPEJO