El pasado 5 de agosto el mundo presenció otro lunes negro en las bolsas de valores del mundo, que significó la venta de tenencia accionaria por parte de muchos inversionistas, con el fin de buscar activos menos riesgosos, trayendo consigo una caída estrepitosa en los índices de las bolsas de valores en el mundo, liderada por la caída de los gigantes tecnológicos. Llamó particularmente la atención la venta del 50% de su participación accionaria en Apple de Warren Buffet, jalando así a las tecnológicas, que ha mostrado un desempeño pobre.
El lunes negro se generó principalmente a partir de dos noticias: primero, la desaceleración del crecimiento de Estado Unidos, y segundo, el cambio de política monetaria del Banco Central de Japón, con un incremento hasta 0.25%.
Por un lado, una expectativa de menor crecimiento en Estados Unidos, aunado a un pobre desempeño de los gigantes tecnológicos, generó que los inversionistas busquen activos más rentables y seguros. Dado que Japón es un mercado seguro y a punto de incrementar el rendimiento de su deuda, los inversionistas corrieron hacia el Yen. También es importante decir que a la par, China ha tenido también problemas desde hace tiempo con el crecimiento económico menor a lo esperado y con serios problemas en el sector inmobilirario que ha intentado rescatar, por lo que también su Banco Central (Banco Popular de China) ha estado empujando para que la economía se dinamice, al tiempo que busca convencer a los inversionistas de que no bajará la tasa de interés. Así, el comportamiento moderado de las economías y las empresas, generaron una estampida que afectó también a las criptomonedas y de paso a los tipos de cambio, incluido el peso mexicano.
Ya el martes los mercados mostraron recuperación y tanto el Banco Central de Japón, como la Reserva Federal, dieron comunicados ante la situación, Japón prometió no hacer cambios abruptos para que la moneda no se aprecie tan aceleradamente y los portafolios sigan apostado por el mercado accionario. Mientras que la Reserva Federal, aseguró que en su junta se tomará la decisión que sea necesaria, sin dejarse presionar. Esto ante la petición de los mercados de bajar la tasa de interés para estimular a la economía, pero la Reserva Federal debe considerar que la inflación no se ha controlado aún, por lo que bajar la tasa de interés podría dificultar este objetivo que los bancos centrales en el mundo vienen ya persiguiendo por dos años.
¿Porqué es tan importante la política monetaria?
Posiblemente el lector se pregunte cómo es que subir la tasa de interés en 0.25% puede afectar así a la economía. De manera muy sintética explico:
- La tasa de interés de referencia es la tasa a la que el gobierno podrá endeudarse. Por ejemplo, en México actualmente la tasa de interés de referencia es de 11%, significa que la deuda de gobierno actualmente paga al menos estos rendimientos. Así, los tenedores actuales de bonos, es decir, quienes invierten sus ahorros o fondos en bonos, actualmente obtendrían este rendimiento anualmente.
- Si la tasa sube en 0.25%, significa que los nuevos bonos emitidos con 11.25% son más rentables que los que ya están en manos de los inversionistas. Así, si un inversionista tiene que vender su bono porque necesita liquidez, enfrentaría mayor dificultad para su venta, que si no hubiera subido la tasa.
- Por el otro lado, si la tasa de referencia baja, los tenedores de bonos actuales se ven beneficiados. Así, dependiendo de los movimientos de la tasa de interés y del comportamiento de la economía, quienes compran bonos se ven afectados positiva o negativamente por los cambios en la política monetaria, de ahí que los mercados están siempre a la expectativa de las decisiones de los bancos centrales.
¿Qué pasará entonces con el peso y los mercados?
En este caso, si Estados Unidos baja su tasa de interés, es posible que muchas inversiones busquen otros activos con mayor rendimiento y el dólar se deprecie, esto impulsaría a la inflación, pero podría estimular el crecimiento económico, que es la principal preocupación de los mercados, así que es una decisión complicada.
En el caso de Japón, dado que los incrementos en su tasa de interés han tenido un efecto tan significativo para su economía, han decidido hacer movimientos más lentos y así apoyar a su economía, pero al mismo tiempo dar certidumbre a los inversionistas.
En el caso de México, el jueves de esta semana se tomó la decisión de política monetaria, la mayoría de los analistas consideran que dejará la tasa de interés sin cambios, pues, aunque bajarla significaría impulsar el crecimiento económico y el empleo, la inflación es elevada aún, ha sido difícil llegar al objetivo que se había planteado, y además el mercado laboral parece estar muy ajustado, por lo que bajar la tasa de interés traería sin duda presiones inflacionarias.
Con relación al tipo de cambio, el Banco Central no puede fijarlo, ni tampoco intervenir, es a libre demanda desde 1994, sin embargo, en caso de necesitarlo el Banco de México puede ofrecer coberturas cambiarias y hacer uso de líneas de crédito con el FMI, en el caso de que se esparza un temor por la depreciación, las ventas de PEMEX, o el elevado déficit público no visto en más de 40 años en México. Así, muchos analistas esperan que el peso continúe la senda de los 20 pesos por dólar, o ligeramente por debajo, como se ve el ajuste hasta este jueves, con todo, esto beneficia a un sector exportador altamente castigado por el dólar barato, beneficia a los hogares que reciben remesas y estimula la compra de productos nacionales. Mientras que encarece la compra de productos al extranjero.
¿Y la gasolina?
La gasolina, pese a lo que se esperaba con la reforma, no ha seguido tan de pegado con el tipo de cambio, así, no bajó por tener un dólar barato, sino que se mantuvo. Más bien en 2022 y 2023, tuvimos una gasolina menos cara porque hacienda dejó de cobrar el IEPS, pero esto no se aplicó para 2024, ya que representa pérdidas de miles de millones de pesos para las finanzas públicas tan necesitadas ahora.
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