Por un lado, la alegría y la unión; por el otro, la nostalgia y la inmensa presión social frente a las expectativas que conlleva celebrarlas: reuniones con familiares a los que vemos una vez al año, compras de regalos, decoración del hogar, preparación de los alimentos… En estas fechas el consumismo pareciera ganarle terreno a la sustentabilidad lo cual, en medio de una crisis climática, es gravísimo porque ya no tenemos margen de error. Desde el exceso de residuos hasta la sobreexplotación de recursos naturales, se encienden las alarmas para el clima pues se incrementa en un promedio de 10 mil toneladas más las emisiones de dióxido de carbono por país, los residuos diarios crecen en 30% y, de acuerdo con la NASA, la iluminación general del plantea aumenta entre 30 y 50%.  La buena noticia es que se pueden lograr celebraciones navideñas amigables con el medio ambiente y con la sociedad en general, reduciendo el costo de la decoración navideña y ayudándonos de paso a disminuir el estrés que se llega a incrementar en esta época.

Comencemos por el principio: las decoraciones. Las luces brillantes son sin duda una parte esencial de la decoración navideña; su belleza centelleante atrapa las miradas de todos, especialmente de los niños. No obstante, su uso excesivo desestabiliza el medio ambiente por la contaminación lumínica y el consumo de energía. Optar por luces solares o focos led permiten reducir el peso del gasto de electricidad y aumentar la vida útil de la iluminación. Es importante tomar consciencia también de que nos hemos acostumbrado a una muy mala práctica: dejar las luces navideñas encendidas a lo largo de toda la noche. ¡Eso es pésimo para el ambiente, para los animales nocturnos e, inclusive, para nuestro propio descanso! Utilizar temporizadores permite solucionar este problema y respetar el turno de la oscuridad y la noche.

Otro granito de arena que podemos poner por el medio ambiente es decorar con elementos naturales, como piñas, ramas de pino y bayas, que no solo son sostenibles sino también encantadores. Por supuesto, es importante no abusar de lo natural: el musgo y el heno, decoraciones tradicionales para estas fechas, no deberían seguir utilizándose en los hogares porque su extracción tiene un impacto catastrófico en nuestros ecosistemas. Estimaciones de la UNAM afirman que se extraen alrededor de cincuenta toneladas de musgo en temporada navideña, lo que tiene un impacto directo en especies como la mariposa monarca. Es peor si consideramos que muchas veces estas decoraciones terminan en la basura sin miramiento alguno, adornando nuestro capricho un par de días antes de ser desechados, con un costo significativamente mayor que su beneficio. A la par, es importante reutilizar los adornos navideños. Hay personas que acostumbran a renovar año con año sus decoraciones, generando más basura no degradable… inclusive si los adornos se encuentran rotos o están viejos, se pueden personalizar y arreglar para dar un toque único a tu hogar.

Como parte de la decoración, no podemos olvidar el famoso arbolito de navidad. Comprar árboles cultivados localmente y de forma sostenible es una opción preferible a los árboles de plástico que son desechables y tardarán siglos en descomponerse, pero la solución ideal es decorar árboles vivos y cuidarlos. Ya hay tiendas que rentan árboles en maceta para que los cuides durante la temporada y los regreses al establecimiento una vez acabadas las celebraciones navideñas para que ningún árbol sea lastimado en este proceso, demostrando además que algunas tradiciones navideñas son totalmente conciliables con un enfoque ecológico.

No obstante, hay un elemento muy utilizado en la navidad que no es sustentable ni reconciliable: la pirotecnia. Además de ser peligrosa y haber ocasionado pérdidas humanas y daños irreparables, puede generar contaminación en el aire, el agua y el suelo, ya que libera sustancias tóxicas que persisten durante días, afectando a microrganismos y a la fauna. En casos extremos, concentraciones de estos elementos pueden afectar las lluvias y prolongar el efecto invernadero. Por si esto no fuera suficientemente malo, el ruido de la pirotecnia también afecta a la fauna, no solo a nuestros amados animales de compañía, y a los ecosistemas. En México, ya hemos tenido contingencias ambientales por mala calidad del aire después de festejos con pirotecnia.

Estos son solo algunos elementos, pero hay un sinfín más de alternativas para conducir nuestras fiestas con un menor impacto ambiental.

Lo más importante, es tener siempre en mente que ni las decoraciones, ni los regalos, ni siquiera el arbolito, hacen a la navidad, sino que lo hace la convivencia familiar, el agradecimiento, el amor y la empatía. La temporada decembrina es el pretexto perfecto para reunirnos a pasar un buen rato, de intercambiar detalles y transmitir nuestro aprecio por los demás. Es una gran oportunidad también para hacer el bien sin mirar a quién, con voluntariado, donativos o sencillamente un gesto amable. Más que lo material, la salud, la cercanía con las personas importantes en nuestra vida y la calidez de un abrazo deberían ser el centro de los festejos, lo cual, aunado con celebraciones amigables con el ambiente, nos ayudarán a construir tradiciones más sanas y menos banales en estas fiestas que van más allá de las creencias religiosas o espirituales de cada persona.

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