Hace más de una década escribí la primera nota sobre la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería. Era la edición 34, el estado invitado, Quintana Roo. Ahora escribo con una cálida algarabía por ser Sinaloa el estado invitado; me honra que figuremos en esos escenarios y que se escuchen las voces norteñas, sobre todo a las juventudes; sus expresiones y las formas en las que van representando el mundo que les toca vivir. El bello edificio del Palacio de Minería, en pleno centro de la ciudad, sigue allí, atestiguando el cambio de narrativas y los rumbos que van tomando las historias y sus personajes.

En aquella edición 34, en el 2013, a la par de la FILPM, en la plancha del Zócalo ocurría la exposición “La gran fuerza de México”, del Ejército Mexicano, por sus 100 años de existencia. No pude evitar visitarla pues en la portada de un diario la fotografía de un niño montado en un carro del ejército, afinando la puntería con un arma de fuego, fue algo que me impactó y quise saber de qué se trataba. Justo hoy veo la portada de ese mismo diario y en ella aparece una mujer y una cintilla que dice: Periplo del chicle de la candidata a la Presidencia. El discurso es muy distinto: aquel niño tendrá ahora 21 años y las mujeres se candidatean para la presidencia de la república. Me pregunto si el niño, ahora joven, estará escuchando corridos bélicos o estará recorriendo los pasillos de la feria, y si la candidata tendrá en su memoria tres libros que le hayan marcado la vida.

Las ferias ganan su prestigio, los clásicos se mantienen y los autores consagrados afinan sus plumas. También aparecen autores que empiezan a reconocerse entre sus iguales, con cierta timidez pues no saben si los aceptarán. En otros escenarios compiten y ganan espacio autores incipientes. Muchos de ellos seducidos por la literatura llamada trendy, que en buena parte es literatura á la jeunne fille, donde la teoría dice que se tiende a enaltecer el cuerpo joven que consume, que solamente siente, es lo puro de la vida desnuda. La violencia desbordada presente entre las nuevas temáticas; quizá un símbolo de los tiempos. Autoras hablando sin tapujo de lo que las atraviesa, de discriminación, racismo, clasismo, desde los distintos feminismos. Las palabras están saliendo sin temor ni miramientos. Algo así como que aventamos la A, una semillita al suelo, y de ella han florecido árboles que han dado almendras, arándanos y aceitunas. Así con todas las letras, desde los sitios más periféricos, han surgido las voces.

Los contrastes en todos los escenarios. En la edición 34, a unas cuadras de la FILPM, una mujer exhibía una pancarta con la imagen de Ratzinger —quien acababa de renunciar al papado— y vociferaba contra éste improperios a los cuatro vientos. Los curiosos veían a la madura mujer quien además hacía pública la denuncia contra quienes la habían ultrajado cuando aún era una niña. «Que todo se diga, que todo se hable», dijo la premiada autora. El día de hoy, a una cuadra del Palacio de Minería —en el Palacio Postal— el FCE exhibe un Tendido de libros, donde también ofrecen una amplia oferta editorial y un programa que comprende presentaciones de libros, charlas, operas y cuentacuentos. En este marco, en la  Ciudad de los Palacios, el protagonista siempre será el lector, la lectora, les lectores con libro en mano. Una imagen poética, una narrativa de la que hoy Sinaloa y sus voces formamos parte.

PD, y hablando de tiempos y ciudades, esta que escribe presentará el próximo lunes 26 su novela La mujer que quiso hacer todo al revés. ¡Todos invitados!

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