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María Julia Hidalgo

Reflexiones

Zona chilanga: No tuvo tiempo

Cuando se enteró de que era padre, el muchacho ya tenía 16 años. La madre huyó apenas lo sintió en el vientre; no le hizo saber...

Reflexiones

Zona chilanga: Muertos

Así nos dejan nuestros muertos, reclamando un tiempo que nunca fue suficiente en un íntimo dolor que intenta compartirse y disminuirse con los que aún estamos.

Reflexiones

Zona chilanga: Caminos

La sepultaron con su sabiduría y su reciedumbre. Nadie la había superado. Sus descendientes fueron débiles, malentendieron sus enseñanzas.

Reflexiones

Zona chilanga | …eso me queda claro

Allí empezó todo mi mal, primero el insomnio y luego los dolores de cabeza, pero más bien pienso que eso es porque no duermo, no descanso lo suficiente, aunque dormir no es descansar.

Reflexiones

Zona chilanga: Esas manos

Vi las manos pálidas, allí, boca arriba y no tuve el valor… sentí impudor. Tapé mi boca con las mías… sólo fui capaz de ponerles una flor.

Reflexiones

Zona chilanga: ¿Y si regresa esta noche?

Si al leer esta nota no ha pasado el domingo 8 de septiembre, 12:00 hrs, puedes asistir a la librería U-Tópicas, en el mero centro de Coyoacán, y escuchar de viva voz lo que Martha Aguilar nos cuenta en sus historias.

Reflexiones

Zona chilanga: Volver…

Esperó el día. Alguien le contó de qué se trataría el encuentro y no terminaba de entender que dispusieran sillas que habían pertenecido a los encumbrados; que habría textos nostálgicos, pero también provocadores.

Reflexiones

Zona chilanga: Un día común

Arrancaban las Olimpiadas en París, presumían chapuzones en el río Sena. Anunciaban la detención del capo de capos, dieron muerte a un político y ex rector universitario, profanaron una tumba…

Reflexiones

Zona chilanga: En el agua clara…

Nada más atractivo para los turistas que ver convertido el Sena en una gran alberca. Habría que ver si cualquier mortal podrá zambullirse o tendrá que portar el carnet deportivo.

Reflexiones

Zona Chilanga: Los caminos de la vida…

Ella que sólo conocía la ruta del camión que la llevaba al hospital cada que le venía una crisis, ahora cruzaba el charco y estaba frente a la torre Eiffel, recorriendo catacumbas, cementerios, comiendo croissant y compartiendo experiencias con sus lectores en librerías chic de París.