Hoy al mediodía el gobernador Rubén Rocha Moya asistirá por primera vez desde que desempeña el cargo al edificio sede del Ayuntamiento de Culiacán a firmar un convenio para el pago de pensiones a viudas de policías, una de las acciones de incumplimiento de apoyos a grupos vulnerables que el Congreso del Estado tomó en cuenta para destituir de la presidencia municipal a Jesús Estrada Ferreiro.

El evento, más allá del significado que se le da en la agenda oficial, contiene el gesto de apoyo al alcalde sustituto, Juan de Dios Gámez Mendívil, quien llega con todo el respaldo de Rocha Moya después de las ríspidas relaciones que el gobernador tuvo con un Estrada Ferreiro que desde el lugar en que se oculta insiste en la confrontación con el mandatario estatal diciéndose víctima de persecución política.

En medio del diferendo, lo mejor para los ciudadanos es que la vida política, social y económica de Culiacán regularice su ritmo y resuelva los rezagos que le costó una administración pública municipal que apostó bastante a la obstinación de un solo hombre y actuó muy poco en obras y acciones de visión de futuro para el beneficio de la comunidad.

Cortar de tajo las ineptitudes e instalar con prisa la eficacia representa la urgencia más inmediata para Gámez Mendívil.

Independientemente de que la Fiscalía General del Estado continúe en el desahogo de las dos carpetas de investigación que tiene en curso contra Estrada Ferreiro, los ajustes en el gobierno de Culiacán deben enfocarse a fortalecer aquello que le es indispensable a la comuna para el adecuado funcionamiento y desechar modelos o personas que desde el interior de la institución operan para defender al ex alcalde y de paso protegen intereses personalísimos.

Alto a la inestabilidad del gobierno de Culiacán, de una vez por todas. Por un lado, que la acción de la ley corrija lo que deba enmendar y, por otro, que las nuevas autoridades demuestren que el relevo tiene como razón de ser reponerle al municipio el tiempo perdido, el bienestar ciudadano sacrificado, la sensibilidad que se perdió frente a los segmentos más desprotegidos de la población, y la estatura política que fue rebajada a pleito de cantina.

Lo que importa es que Estrada Ferreiro ya se fue y quien lo sustituyó traiga voluntad, legitimidad y preparación para darle vuelta en positivo a la página negra que ¿ya terminó de escribirse?