Pudo pesar más el espaldarazo de alto nivel que recibió el gobernador Rubén Rocha Moya, cuya palabra de combate a la corrupción se vio comprometida con el caso Benítez Torres, que la trascendencia de la visita a Sinaloa de ayer del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien recibió reclamos y a la vez supervisó el avance que registra Sinaloa en la incorporación de su sistema de salud al programa IMSS-Bienestar.
Pero vino por más y aunque el mandatario federal no se quiso salpicar con la destitución de Luis Guillermo Benítez Torres como alcalde de Mazatlán, por la carpeta de investigación que le abrió la Fiscalía General del Estado y dos solicitudes de juicio político que el Congreso revisa, de cualquier forma tocó el tema al desmarcarse de la injerencia que se le atribuye en la decisión que tomó el gobernador al designar en la titularidad de la Secretaria de Turismo a alguien que tiene cuentas pendientes con la justicia.
La expresión presidencial tan ambigua de que la renuncia de “El Químico” y la inmediata recompensa de integrarlo al gobierno de Rocha “es un asunto de Sinaloa” puede tener un par de interpretaciones: una, AMLO dijo eso porque no le gusta hablar de tópicos que lo incomodan o, dos, envía la indicación de que a él no le interesa lo que el Congreso y la FGE hagan con “El Químico” y deja libres a ambos órganos competentes a que decidan con apego a la ley.
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Y aunque su acto central consistió en resaltar en Guamúchil sus programas sociales insignia y reconocerle a Rocha Moya ser el primer gobernador del país que implementa y le mete el 50 por ciento del recurso público para atender a personas con capacidades diferentes, López Obrador aprovechó también para darle certidumbre a la empresa Gas y Petroquímica de Occidente al mencionar que la instalación de la planta de amoniaco será concluida, anticipándose el jefe del Ejecutivo federal a resolutivos pendientes de emitir por el Poder Judicial.
El presidente AMLO resulta difícil de desentrañar en los motivos de sus frecuentes giras a Sinaloa. Ayer venía a un acto irrelevante a una ciudad pequeña y acabó refrendándole el apoyo a Rocha, mostrando en una foto su afecto a Gerardo Vargas, alcalde de Ahome y dándole certidumbre a los inversionistas de la planta de fertilizantes que se construye a duras penas en zonas naturales protegidas de la Bahía de Ohuira.
Y a su protegido “El Químico” no lo mencionó ni lo defendió, al menos de manera pública.
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