Era la década de 1990 y David Moreno Lizárraga era rector de la UAS, un político que llegó con el apoyo de la comunidad estudiantil de izquierda, entre ellos Rubén Rocha Moya, para entonces un joven maestro de preparatoria y líder sindical.

Moreno Lizárraga nombró a Rocha Moya como su secretario general y durante la primera parte del periodo de Moreno Lizárraga apuntaba a ser un sucesor natural, pues quien tenía la atención de manera regular era el joven emergido de las luchas estudiantiles.

El papel del joven nacido en Batequitas, Badiraguato, dentro de la UAS era predominante. El haber estudiado en la normal rural de El Quinto, Sonora, le llevó a las luchas estudiantiles de los años 60 y 70.

Fue, incluso, líder nacional de los estudiantes en las normales rurales, por lo que su figura dentro de la izquierda de Sinaloa pesó lo suficiente para después seguirle a través de la lucha sindical.

Rocha Moya se unió a la Universidad como maestro de matemáticas de preparatoria y se anotó en el sindicalismo con el Suntuas Académicos, del que fue dirigente y representante general.

Moreno Lizárraga lo tenía en consideración, pues durante su vida como estudiante se unió a las luchas estudiantiles y aprendió las estrategias insurgentes contra la opresión de gobierno, sobre todo de Antonio Toledo Corro.

Este último fue gobernador de Sinaloa y emprendió una campaña contra la Universidad al crear el Colegio de Bachilleres de Sinaloa (Cobaes), pero este pleito se superó después de que Moreno Lizárraga llegó a la Rectoría.

El gabinete universitario se integró con distintos cuadros, pero la persona más visible del gabinete era Rocha Moya, aunque a la mitad de la administración fue despedido por Moreno Lizárraga.

“El rector tiene facultades para invitar a formar parte a su gabinete y tiene facultades para retirar”, dijo Rocha Moya a la prensa tras esa decisión.

El maestro de formación Normalista Rural sí quería ser rector y entre 1991 y 1993 hizo proselitismo en la UAS para competir por el cargo.

Moreno Lizárraga tenía a su favorito y no era su ex secretario general, pero Rocha Moya ganó la contienda de manera sobrada.

En 1993, ya instalado, Rocha Moya llevó a su equipo de personas más cercano, entre ellos compadres, amigos y aliados políticos.

Su administración no pasaría desapercibida, pues desde ese entonces comenzó con un discurso de cero tolerancia a la corrupción, discurso que funcionó también para deshacerse de sus detractores.

Hizo acusaciones públicas de corrupción contra funcionarios del grupo político del ex rector.

Ante la prensa habló de dos personajes en particular, de Enrique Rangel Ayón, coordinador zona norte de la UAS, y al maestro Victoriano Martín Martín, quien fue director de Construcción y Mantenimiento de la UAS.

A ambos los acusó de haber utilizado dinero de la Universidad para hacer viajes de placer a distintos destinos, incluidos Las Vegas. Lo hizo en numerosas ocasiones y entonces los ex funcionarios salieron a tratar de aclarar.

Enrique decidió pelear y se fue a los tribunales. Pasó prisión durante un tiempo.

Victoriano decidió negociar y ofreció una casa que está ubicada en la calle Jesús Andrade, entre Antonio Rosales y Rafael Buelna en el Centro de Culiacán, que ahora es una casa para jubilados de la UAS. Rocha Moya lo perdonó tras la negociación.

Mientras, Moreno Lizárraga, aquel que lo hizo secretario general, siguió en la academia, pero con un perfil bajo, mientras que Rocha Moya, apenas al dejar la Rectoría en 1997, buscó ser gobernador por el PRD.