Culiacán, Sinaloa.- La crisis del agua es tangible, cada vez hay menos de ese recurso y cada vez se pide más para satisfacer el consumo.

César Valenzuela Espinoza, economista y consultor sinaloense, señala que el tema debe observarse desde la perspectiva de la política pública, que no ha tomado en cuenta que la falta de agua es derivada por el cambio climático, el desperdicio del agua y la contaminación.

“Tenemos una buena cantidad de agua, pero mucha de esa agua queda muy contaminada y no se puede utilizar en su estado original. A todo esto hay un factor más, que tiene que ver con la planeación y operación del suministro del agua”, asegura.

 

La institución responsable de regular, administrar es la Comisión Nacional del Agua (Conagua), que ha establecido que dos terceras partes del agua es concesionada a riego de cultivo, ganadería y acuicultura.

Sinaloa es una zona que consume bastante agua y 15 por ciento del almacenamiento en las presas lo consume el abastecimiento, es decir, las juntas de agua potable u operadores de agua. Es en estas dependencias donde debería haber una política pública más detallada, que vea el problema con un planteamiento amplio que involucre al sector privado, asegura. Valenzuela Espinoza.

“A medida de que se va incrementando la densidad de población, lo único que digamos que hay en la mente, es aquella campaña llamada ‘ciérrale’, pero no se tienen políticas públicas sobre los efectos de la contaminación”, dice en entrevista.

“Con el cambio climático hay problemas, por ejemplo, que antes llegaban lluvias y dejaban agua que ayudaba a crear suficiencia, pero ahora los fenómenos climáticos son completamente distintos. Lo que se esperaba de captación en una semana puede llover en un día y ahora todo eso cae en lluvias puntuales en un solo día, sin que los suelos se humedezcan lo suficiente”.

 

El 2023 fue el año más seco en Sinaloa en los últimos 20 años, de acuerdo con datos de la Conagua a través del monitor de sequía en México. Actualmente las presas productivas del Estado rondan en conjunto un 26 por ciento de almacenamiento en su capacidad, pero hace menos de un mes estaban alrededor del 29 por ciento.

Las estadísticas de Conagua dan un dato más: por cada vaso de agua que ingresa a las presas, se extraen tres para poder satisfacer la agricultura y la ganadería.

El economista Valenzuela Espinoza cuestiona que a la fecha no hay políticas públicas con plazos, metas y que sean implementadas con esquemas de medición que puedan ser visibles, como ya sucede en otras entidades del País donde la crisis del agua llegó más temprano, como en Baja California Sur.

Tiempo atrás, el economista hizo un trabajo de consultoría en Los Cabos, donde encontró que hay una cultura de agua distinta, como la de rehusar agua y la creación de límites para todos los usuarios. Estas medidas son permanentes, pues el agua en ese estado es limitada y para poder obtenerla se necesita también de desalinizadoras.

Crisis del agua: el problema también recae en las juntas municipales

Para Valenzuela Espinoza, gran parte del trabajo en Baja California Sur es por la administración del agua desde las juntas municipales.

En una retrospectiva, el economista señala estrictamente a las juntas municipales de Sinaloa como uno de los lastres para la crisis actual del agua.

“El problema de la operación o administración de esa agua que es de las juntas, normalmente no se hace con la eficiencia requerida. Normalmente esos organismos no planean”, menciona.

 

“Las necesidades o los problemas que se tiene en el agua potable o drenaje, nunca van por delante”, agrega.

Parte de la mala planeación en la administración del agua es la falta de reparaciones al sistema de manera preventiva, de ahí que haya tuberías rotas constantemente con fugas importantes. También la alta rotación de personas en puestos de planeación, dejando de lado el servicio civil de carrera o que quien suela administrar hayan llegado a esos puestos por un motivo político.

Esos funcionarios que hay en las juntas municipales, además, enfrentan un problema más: el crecimiento de la ciudades.

¿Qué problema hay? Que hay viviendas que se construyen en lugares en los que es difícil introducir agua, asegura Valenzuela Espinoza.

“Las políticas de agua deben ir de la mano con el ordenamiento territorial”, señala y como ejemplo mira hacia Culiacán, una ciudad que ha crecido de manera horizontal, sin un ordenamiento territorial eficiente y donde el costo final de ese trabajo de agua potable y alcantarillado lo termina haciendo el comprador de vivienda.

La mala administración en el campo

Pero hablar de la crisis del agua visto desde la administración de recurso, no solo se puede ver a los usuarios que viven en las ciudades, sino a los sectores productivos.

Cuando se entra en el ámbito de la producción agrícola y ganadera, debe observarse que a los productores no se les ha dado obligaciones para incorporar técnicas para uso eficiente de agua, señala Valenzuela Espinoza.

Es aquí donde el economista vuelve a hablar de las políticas de mediano y largo plazo. Más del 70 por ciento del agua lo consume la ganadería y la agricultura y las altas extracciones de agua en las presas son debido a una mala planeación, la cual derivará en un problema mayor, el de decidir a quién privilegiar, si a la economía o al consumo humano.

“Vamos a llegar en algún momento que se tenga que tomar una decisión sobre qué se va a priorizar, si darle agua a la población o darla a la producción de siembra y ganadería”, asegura.

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