Sinaloa.- El cultivo del algodón fue uno de esos productos que marcaron época en el agro sinaloense en la primera mitad del siglo XX, donde en unas regiones más que en otras, se convirtió en símbolo de su identidad. Tenemos el caso del municipio de Guasave, donde está inscrito en su escudo e incluso es el nombre de su equipo de beisbol, “Los algodoneros”.

Durante toda la década de 1950 el cultivo de algodón en Sinaloa fue el más importante en cuanto a su valor de producción o rentabilidad, por arriba de las hortalizas, la caña de azúcar, el garbanzo y el maíz. Lo anterior, a pesar que las hectáreas para sus cultivos no eran tan extensas en comparación con los alimentos mencionados, lo cual era una muestra de su valor en el mercado internacional.

Entre 1920 y 1930,  el algodón no pasaba de ser un cultivo regional, en 1925 la superficie cultivada apenas alcanzaba las 430 hectáreas en todo el estado; para 1939 estas ascendieron a 3 mil 200, aunque todavía significaba  apenas un 1.86 por ciento de las 171 mil hectáreas cultivadas en el país en ese año.

Fue hasta el inicio de la  Segunda Guerra Mundial (1939-1945) que la demanda del algodón para el procesamiento de diversos productos comenzó a subir, lo que llamó la atención de los agricultores sinaloenses y que para las estadísticas marcó una clara  tendencia a la alza en el estado.

La economía del algodón en Sinaloa: 1925-1976, Gustavo Aguilar Aguilar.

La fiebre del algodón en nuestra entidad se debió principalmente porque ha sido de los pocos productos del campo, donde aquí mismo se procesaba la materia prima, dando origen a la instalación de fábricas despepitadoras alrededor en las inmediaciones de los terrenos sembrados.

De acuerdo al académico de la Facultad de Historia de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Gustavo Aguilar, en su libro “La economía del algodón en Sinaloa: 1925-1976”, entre los efectos multiplicadores que provocó la explotación creciente del algodón fue el establecimiento de la industria despepitadora, la cual era imprescindible, ya que para poder comercializarse el algodón las semillas tenía que limpiarse, además de empacarse.

“El algodón resultó ser uno de los negocios agroindustriales más atractivos de la época para la inversión privada y un importante detonador del desarrollo económico regional debido al grado de complejidad de su cadena productiva”, explica en su libro.

 

De esta manera, el sector algodonero en Sinaloa se dividía en dos grupos empresariales, los productores de algodón que sembraban en las miles de hectáreas distribuidas en el estado, y los capitalistas que compraban esos productos para procesarlos en las plantas despepitadoras.

Fue a partir de la década de 1930 que se comenzaron a inaugurar las primeras industrias, la primera fue la Despepitadora Nacional de Algodón S.C.P., fundado en el municipio de El Fuerte, en San Blas, por los empresarios Próspero Valderrama, Francisco J. Rodríguez y José María Velásquez, quienes constituyeron una sociedad civil particular.

En 1935 se constituyó en Culiacán la Compañía del Pacífico S.A. de C.V., por Tomás A. Zertuche, John L. Haley, Manuel Herrera Z., Javier J. Valencia y Fernando Sánchez Durán, siendo la segunda empresa en importancia por su por su capital social.

En octubre de ese mismo año, Francisco Seldner como “gestor oficioso” de Rodolfo Coppel, Trinidad Almada de Seldner, Héctor Urroz y Silvano Pérez Ramos, constituyeron una sociedad anónima llamada Compañía Industrial del Fuerte, S.A., con domicilio en la ciudad de Culiacán.

El auge del algodón en estos años llamó tanto la atención que incluso empresarios extranjeros se atrevieron a invertir en Sinaloa para no quedarse atrás en el mercado internacional. Fue el caso de la transnacional Anderson Clayton and Company en 1940, la cual inauguró sus operaciones en Sinaloa comprando todas las acciones de la Compañía Algodonera del Pacífico S.A de C.V., y posteriormente abriendo plantas en todos los municipios algodoneros.

Esto no impidió que empresarios sinaloenses siguieran invirtiendo en ese sector, ya que todavía quedaban dos décadas de bonanza del denominado “oro blanco”; como ejemplo estuvo la familia Torres, que en 1943 crearon en Los Mochis la Compañía Algodones de Occidente, Sociedad Anónima.

Finalmente, en 1949, los hermanos Ramón, Francisco, Ignacio, Humberto y Miguel Ángel Gastélum Sánchez, constituyeron en Culiacán la sociedad denominada Industria del Valle de Culiacán, S.A., con una duración de 25 años.

“En Sinaloa, en aquellos años, se consideraba la recolección y pizca de algodón como la segunda actividad en el campo que demandaba más fuerza de trabajo, después de la recolección y empaque de hortalizas, por lo que la derrama económica que se daba por el pago de los jornaleros del campo debió haber sido mucho mayor de lo que se pagaba a los trabajadores y empleados de los despepites”, describe el historiador Gustavo Aguilar.

“Los productores de algodón en Sinaloa contaron con una amplia gama de fuentes de crédito. Los apoyaron con préstamos de habilitación o avío y refaccionarios: la banca privada, la banca de desarrollo, las uniones de crédito, las industrias despepitadores de algodón, empresas comercializadoras (de fertilizantes e insecticidas), y un gran número de empresarios particulares que disponían de liquidez monetaria. Todos quisieron tomar parte en tan jugoso negocio”, continúa.

Fue en el ciclo de 1955-1956 cuando se logró la mayor cantidad de hectáreas cosechadas al sumar las 97 mil, cifra que nunca antes se había obtenido y que tampoco se volvería a conseguir en los años posteriores.

La economía del algodón en Sinaloa: 1925-1976, Gustavo Aguilar Aguilar.

“La Anderson Clayton and Company fue una de las empresas despepitadoras que más contribuyó con financiamiento a la producción de algodón en Sinaloa durante el periodo de estudio. El municipio de Guasave, entre 1952 y 1960, concedió 174 créditos de avío para la producción de algodón e invirtió 19 136 671.00 pesos.  En Guasave, los productores de algodón obtuvieron mayor financiamiento de las industrias despepitadoras”, se lee.

Para la economía estatal, en 1960 la industria despepitadora se colocó en el cuarto lugar entre las industrias de la transformación en Sinaloa con 6.8 por ciento del total; se encontraba en primer lugar el empacado de hortalizas (36.0 por ciento); congelación y empacado de camarón y pescado (14.2 por ciento); y la producción de azúcar (7.2 por ciento).

Sin embargo, para finales de la década de los setenta comenzó el declive de la producción algodonera en Sinaloa. Fue el ciclo 1975-1976 el que marcó esta tendencia cuando se cosecharon 22 mil 489 hectáreas, mientras que para el ciclo 1976-1977 ya fueron tan solo 6 mil 953 en todo el estado.

Fuente: La economía del algodón en Sinaloa: 1925-1976, Gustavo Aguilar Aguilar.

Los factores, según el historiador Gustavo Aguilar, fueron internacionales, ya que el sector agrícola estaba sujeto al precio de las materias primas en el mercado mundial, aunado a la política de estabilización de los precios internos, o dicho de otra forma, a la implementación de los precios de garantía en los productos agrícolas.

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