Sinaloa.- La Semana Santa ostenta una gran importancia para las comunidades indígenas del norte de Sinaloa (y sur de Sonora), festividad que vigente después de cuatro siglos. Para los yoremes, este periodo representa, a través de sus propias costumbres y prácticas, la pasión, muerte y resurrección de Cristo.

La historia de Sinaloa explica que los misioneros jesuitas introdujeron la representación del viacrucis entre los pueblos indígenas mediante esta festividad, donde estos juegan un papel esencial.

Mientras que para la Iglesia Católica la Semana Santa comienza con el Miércoles de Ceniza, para los indígenas inicia con una ceremonia que marca el cierre de un ciclo, representada por la festividad de colgazonas, que simboliza el traspaso de autoridad de un matachín a un judío.

Esta festividad consta de varias etapas: durante seis viernes, los indígenas salen en busca del Señor en distintos pueblos, donde algunas familias colocan cruces en sus patios para que los judíos realicen danzas y rituales de búsqueda.

Al llegar la Semana Mayor de Semana Santa, específicamente el Miércoles de Tinieblas, las luces de los centros ceremoniales se apagan, indicando la aprehensión de Jesucristo. Durante el Jueves Santo, los judíos celebran con corridas de alegría al tener a Cristo bajo su custodia. El viernes continúan las corridas, pero ese día los judíos velan toda la noche en la iglesia, ya que Jesús ha muerto y es necesario cuidar su cuerpo.

El ciclo de la Semana Santa culmina el sábado con la corrida del Santo, el Sábado de Gloria, donde los judíos son expulsados del templo simbólicamente con chicotazos, evocando la expulsión de los mercaderes por Jesús. Es en este momento cuando los judíos se despojan de sus máscaras. En algunos centros ceremoniales, estas máscaras son quemadas para dar paso a la alegría por la resurrección de Jesucristo.

Además, este día marca la bienvenida a un nuevo ciclo con la llegada de los pascolas, vestidos de blanco, simbolizando la llegada del bien al pueblo.

Para los indígenas, la muerte de Cristo durante esta festividad representa alegría, con la participación de niños, jóvenes y adultos que simbolizan a María, Mariano y Pilato, figuras que en algún momento prometieron cumplir una manda por un favor recibido.

Otro personaje importante en este ritual es el capitán de los judíos, quien lidera todas las cuadrillas de los distintos pueblos. Es importante destacar que a los participantes que actúan como judíos se les prohíbe llevar cualquier imagen sagrada en su atuendo, limitándose a utilizar cobijas, máscaras y tenábaris, representando el mal o el demonio.

Los judíos, también conocidos como chapayecas, jurues o fariseos, son el principal símbolo de esta festividad pagana-religiosa, que atrae a miles de personas a los centros ceremoniales para vivir esta tradición mayo-yoreme.

La Semana Santa entre las comunidades yoremes es dirigida por los ancianos indígenas, donde niños, jóvenes y adultos participan, algunos como muestra de agradecimiento. A lo largo de los siglos, los indígenas han luchado por preservar esta tradición que les confiere identidad.

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