Culiacán, Sinaloa.- En las ciudades de México y latinoamérica, la urbanización desmedida, la desigualdad y la pobreza definen de formas distintas la vida de sus habitantes, especialmente de los niños. Las condiciones materiales, sociales y políticas permiten a la niñez desarrollarse física y cognitivamente de forma diferente dentro la ciudad, y así lo explica Mapasin en este artículo.

“Obstáculos como la infraestructura centrada en el auto, la delincuencia, la desigualdad, junto a la falta de políticas públicas integrales, excluyen a las niñas y niños de dichos espacios. Un ambiente urbano que se percibe como peligroso es un espacio en donde los niños pierden la posibilidad de desplazarse solos por la ciudad”, explica.

Derechos de la niñez a la ciudad

 

La urbanista Anel Mejía explica que el derecho a la ciudad es un derecho colectivo que garantiza el ejercicio pleno de los derechos humanos. Incluso menciona que la Asamblea de las Naciones Unidas reconoce el derecho del niño a jugar (artículo 31) y el derecho a un nivel de vida permita su desarrollo físico, mental y espiritual (artículo 27). También recuerda que en 2014 se publicó la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, la cual establece la creación de un Sistema Nacional de Protección.

“La adquisición de los espacios públicos por parte de la niñez es uno de los retos más importantes a los que se enfrentan las ciudades. Facilitar el acceso y la creación de espacios públicos que potencien formas más incluyentes de hacer la ciudad y transforme la percepción de las niñas y niños sobre su poder para incidir en el espacio físico que habitan”, precisan.

La publicación de Mapasin subraya que, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México residen 31.8 millones de niñas y niños de 0 a 14 años de edad, que en términos relativos representan 25.3% de la población total, siendo una cifra importante de habitantes dentro de nuestro país.

Incluso refiere que la niñez que usa la calle constantemente desaparece de esta, revelando una profunda ruptura del poder físico, social y psicológico del que dispone para crear e incidir en su ciudad. “Con esto llegan grupos y organizaciones interesadas en lograr espacios activos para los niños de las ciudades, en donde se busca una intervención de zonas, leyes y educación basadas en los niños y su permanencia en las calles, logrando así espacios más seguros para todos los habitantes de las grandes urbes. Un lugar seguro para los niños es un lugar seguro para todos”.

La ciudad de los niños

 

Hace referencia a “La ciudad de los niños”, un proyecto internacional que nace en Italia en 1991, por parte de Francesco Tonucci pedagogo italiano, con la intención de promover una ciudad en donde un niño puede desplazarse con total seguridad, apoderándose así del espacio urbano, asumiendo su papel en la ciudad.

Mencionan el caso de la ciudad de México, donde de 2016 a 2018 se llevó a cabo el proyecto “Peatoniños”, una alternativa de bajo costo para convertir las calles en espacios recreativos para que los niños y promover la importancia del juego en el desarrollo infantil.

Su objetivo principal fue impulsar calles de juego, las cuales son intervenciones urbanas que consisten en cerrar temporalmente al tránsito motorizado de una calle para emular un espacio de juego en ella. Las calles se adecúan a partir de estrategias de diseño centrado en la comunidad, el análisis urbano y el acercamiento pedagógico al derecho a la ciudad, el juego y la seguridad vial.

Esta iniciativa ayudó a fomentar y generar un acercamiento al derecho a la ciudad a través de la apropiación de las calles y el enfoque pedagógico de las actividades que se realizan en ellas.

Entonces, ¿Por qué diseñar una ciudad para la niñez?

 

En su artículo, Mapasin afirma que para estimular el desarrollo cognitivo que se presenta en la niñez, es útil proporcionar a los niños oportunidades para participar en actividades que fomenten el pensamiento y la exploración, logrando grandes vínculos emocionales y sociales.

“La reconquista del ambiente urbano, la recuperación de varias formas de juego y el desplazamiento autónomo por la ciudad son esenciales no solo para el desarrollo sano de los niños, sino también para el desarrollo de la ciudad misma”, añaden.

Incluso afirman que las transformaciones urbanísticas de los últimos años han enriquecido el área para los automóviles, olvidándose de las personas que dan vida a los espacios. El compromiso previo debería ser comprometerse a respetar a los niños y a cambiar la ciudad.

“El desafío es imaginar y crear una ciudad que libere las calles para el juego y desplazamiento de los niños, donde se promueva el derecho de la niñez a la ciudad y al juego de forma colectiva”.

Esta es una publicación de Mapasin, con autoría de la urbanista Anel Mejía. Aquí puedes consultar el texto original.