Están por agotarse los debates políticos organizados por los órganos electorales y todo indica que los candidatos que reciban mayoría electoral le seguirán apostando a la confrontación, la mentira y la ineptitud, si es que una vez en los cargos públicos actúan igual que en el cotejo de propuestas que prefirieron fuera la comparación de habilidad para el ataque. Sin embargo, está por escucharse la voz del voto, que es la que vale y la que decidirá qué México y qué Sinaloa queremos los ciudadanos.

El último debate entre los aspirantes a presidente de la república remarcó ayer ese amargo sabor de boca que deriva de la búsqueda del poder a costa de destruirse uno al otro, no obstante que la gente esperaría encontrar en ellos las voluntades e ideas para atender los grandes males nacionales. Sólo un ejemplo, el del cero plan para proporcionar la seguridad pública que es la demanda principal de los mexicanos, expone la oquedad de las campañas electorales.

 

Claudia Sheinbaum, postulada por la coalición Seguimos Haciendo Historia, y Xóchitl Gálvez, del bloque opositor Fuerza y Corazón por México, gastaron los tres debates en exhibir las grandes deudas que los regímenes, sean del partido que sean, tienen con la población: ofrecer un México pacífico para el desarrollo idóneo de todas las actividades lícitas, función pública sin el cáncer de la corrupción que continúa corroyendo las finanzas gubernamentales, y estandarizar más allá de la ayuda a los pobres el acceso extensivo a satisfactores imprescindibles para el bienestar.

Sheinbaum ni Gálvez estuvieron a la altura de las necesidades del México moderno y sí al nivel de un segmento de sufragantes que se estancó en la noción de que la política es guerra sin tregua ni cuartel, lo cual hizo posible que el candidato de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez, fuera percibido como el mejor preparado para entender y atender las expectativas sociales, a pesar de que en la intención del voto no figura como favorito pero su target, los jóvenes, lo arropan cada día más.

Una vez que se acaban los contrastes de posturas entre candidatas y candidatos, quedando por realizar algunos como el de los pretensos a la alcaldía de Mazatlán que se efectuarán el 24 de mayo, el que sigue es el debate que están por librar los ciudadanos en edad de votar, que es el definitivo y significa la voluntad popular cuya acción es incuestionable e irreversible. Y más allá del 2 de junio tendrá que dominar el acuerdo, la reconciliación y la pluralidad enfocados a repensar el México que los políticos, indistintamente de siglas, nos siguen quedando a deber.