Las mayorías del Movimiento Regeneración Nacional y partidos aliados en las cámaras de diputados y senadores y en el Congreso del Estado, con las posibles dos terceras partes que se requieren para reformas constitucionales, elimina los contrapesos legislativos y convoca a la sociedad civil a constituirse como factor de equilibrio ante los gobiernos federal y estatal para contrarrestar las tentaciones por el autoritarismo y absolutismo.

Al iniciar el cómputo de votos por parte de los órganos electorales se abre la posibilidad de que los resultados arrojados por el Programa de Resultados Electorales Preliminares sean certificados y legitimen el abrumador triunfo en las votaciones a favor del partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, abriéndole cauces a iniciativas que la llamada Cuarta Transformación no ha podido sacar adelante, como es el caso de la reforma del Poder Judicial.

La partidocracia ha demostrado falta de voluntad y capacidad para plantearse como defensora de las garantías fundamentales de los ciudadanos, ya que se ha prestado a negociaciones donde la voluntad popular es moneda de cambio para alcanzar privilegios personales o grupales, cuantimás ahora que la presencia parlamentaria abrumadora de Morena anula la viabilidad de una oposición que detenga los abusos derivados del exceso de poder.

 

Es aquí donde la sociedad civil debe organizarse, al margen de partidos políticos, constituyéndose en el fiel de la balanza y en elemento de estabilidad para enmendar, con la misma mayoría que le otorgó a Morena y la 4T en las elecciones federal y estatales, cualquier indicio de despotismo y atropellamiento de la institucionalidad en un régimen que es proclive a pasar por encima de la ley y del mandato cívico.

Sin embargo, la participación social debe darse abanderando las mejores causas y proyectos para México, acción libre de apetitos políticos o codicias por cargos públicos, con tal de ganar la confianza generalizada en torno a la lucha por conducir a la nación por rieles de seguridad, gobernabilidad y desarrollo.

La inviabilidad moral y programática de partidos incapaces de aglutinar alrededor de un proyecto común de nación es al mismo tiempo la convocatoria a la unidad que ciña al gobierno a los anhelos y esfuerzos ciudadanos.

 

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