Por: Aarón Achong

Las carreteras son parte fundamental de cualquier nación o región medianamente desarrollada del mundo, en Sinaloa la red vial transporta grandes cantidades de granos, hortalizas y productos agrícolas hacia los Estados Unidos de América, así como también unen a los turistas con las playas y desarrollos turísticos del estado.

Con base en información de CODESIN (Consejo para el Desarrollo Económico de Sinaloa), para 2021 el sector turismo representó el 7.0% del PIB estatal y la agricultura el 11.0% respectivamente. Con estas cifras se infiere que se debe contar con una adecuada red de carreteras para ambas actividades.

Actualmente, la red carretera de Sinaloa se encuentra en un estado decadente y deplorable, cuando uno transita, por ejemplo: de Los Mochis a El Fuerte; pareciera que se encontrase en un país africano o de Asia Central. La carretera antes mencionada se encuentra en la mayor degradación, afectando mayormente al municipio de El Fuerte, que tiene la categoría de Pueblo Mágico y que depende en gran parte del turismo tanto regional como internacional.

 

En sexenios anteriores fueron inauguradas gran cantidad de obras carreteras entre ellas los libramientos de Culiacán, de Mazatlán (de concreto hidráulico y de 4 carriles), el distribuidor vial de Los Mochis conocido como “El Trébol” y, la más importante, el puente Baluarte que conecta la ciudad de Mazatlán con el estado de Durango y que permite que grandes masas de turistas de la zona noreste de la República y del sur de los Estados Unidos visiten el puerto y generan derrama económica.

De esta forma se observa la falta de mantenimiento a las infraestructuras carreteras actuales y la falta de proyectos estratégicos del ramo, algunos de los cuales tienen bastante tiempo proyectados, pero no ejecutados por una u otras razones y acrecentando a su vez la necesidad de estos o de mejores debido al incremento de la población y de las necesidades económicas del estado.

Uno de aquellos proyectos mencionados es la esperada carretera Topolobampo–Texas, misma que ha sido proyectada desde hace varias décadas y prometida cada sexenio y en gobiernos de todas las expresiones políticas partidistas, se conoce que falta poco para terminar dicho corredor, más no se encuentra voluntad o compromiso en su realización.

El estado deplorable y decadente de la carretera costera nos hace replantear el esquema en que esta opera y recibe mantenimiento, ya que se encuentra concesionada a un privado, aunque su estado físico recuerda a un país de África subsahariana, de igual forma en la contienda por la gubernatura 2021 se prometió adecuarla con concreto hidráulico, se sigue esperando.

Sinaloa tiene bastante potencial para las llamadas carreteras escénicas tales como: la carretera escénica Tijuana–Ensenada o bien la carretera federal 101 que bordea la costa de California en los Estados Unidos. De hecho, originalmente se pensó durante el gobierno de Antonio Toledo Corro, construir la carretera costera, como las carreteras anteriormente mencionadas, de ahí su nombre de costera. La falta de presupuesto llevó al gobierno del estado a mover la carretera hacia el valle, disminuyendo así costos y dificultades técnicas.

 

Es claro que Sinaloa necesita urgentemente grandes obras carreteras de primer nivel, con proyección a largo plazo y rentabilidad económica para el estado, es recomendable revisar el modelo chileno de obra pública, así como su infraestructura carretera y tomar ideas para el beneficio de Sinaloa.

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*Aarón Achong, es licenciado en economía, delegado zona norte del Colegio de Economistas. Esta es una colaboración para Espejo Negocios.