Por: Marisol Flores Garcia / Escenario Tlaxcala

Carlita conoció al tratante que la prostituyó a los 13 años, comenzaron una relación de noviazgo que no duró más de un mes, mientras ella trabajaba como empleada doméstica en la Ciudad de México. En este lugar le pagaban muy poco y el dinero ganado, era utilizado principalmente en la compra de alimentos y ropa para sus hermanos y hermanas, quienes vivían en la pobreza extrema.

Fue violada por el tratante y tan grave fue el daño que su mamá la tuvo que llevarla al doctor. Después, el tratante la buscó y la convenció de irse con una amiga a un viaje a Aguascalientes, estando ahí, la amiga del tratante la llevó a un cabaret, en el cual comenzó a ser prostituida.

A los 17 años Carlita ya había sufrido la pérdida de un hijo, que tenía un daño en el cerebro, ocasionado por los golpes que él le daba. Cabe decir que su explotador era adicto al alcohol y las drogas, en eso se gastaba el dinero producto de la explotación sexual.

Fue prostituida en Monterrey, Guadalajara, Tijuana, Torreón, Aguascalientes y Oaxaca. Tenía que trasladarse a donde estaba el tratante para darle el dinero cuando él hacia comentarios como “…tienes que venir o mándame dinero porque ya no tengo”.  Carlita ganaba 10,000 pesos a la semana aproximadamente.

Había varias razones que a ella le impedían dejarlo, algunas de éstas son: la vergüenza de dejar a su marido (pues hacerlo era mal visto por la comunidad), temía que la golpeará y que le faltará dinero para ella y sus hijos y la carencia terrible que había vivido en su familia. Ella, como varias chicas que también estaban siendo prostituidas, en ocasiones eran detenidas por la policía, con el argumento de que estaba prohibida la prostitución, pero en el fondo lo que querían era quitarles dinero.

Carla no sabía de medios de protección para prevenir infecciones sexuales, así que recurría a lavarse con benzal (sustancia para matar microbios) y alcohol después de cada relación sexual.

La experiencia de Carlita fue un hecho real publicado en 2004 en el libro “Un Grito silencioso”, es decir, fue contada hace 20 años. Ella nació en 1961, y de acuerdo a su testimonio en 1974 comenzó a ser explotada. A cuántos y cuántas de nosotras nos recordó algún caso reciente de una víctima de trata con fines sexuales que hemos visto en las notas periodísticas o comparten las familias de las víctimas en sus comunidades.

Esta historia nos muestra los aspectos que favorecen la existencia de la trata de mujeres desde hace 50 años, a saber: la pobreza, violencia en la familia, construcción de ideas impuestas sobre lo que a las mujeres nos debe dar vergüenza, la desinformación sobre lo que es una relación sexual, la violencia sexual, el falso significado de lo que es amor y la impunidad con la que se conducen las autoridades ante la existencia del consumo de prostitución.

Es muy indignante que después de 50 años del caso de Carlita, las redes de tratantes se siguen aprovechando de la construcción de la vergüenza que las mujeres sienten cuando han sido prostituidas, siguen enemistando a las víctimas con sus familias y comunidades; sigue existiendo la desconfianza hacia las autoridades y funcionarios públicos, que en algunos casos son quienes recurren a bares, table dance, cabaret, salas de masaje, casa de citas donde solicitan prostitución, o porque las autoridades señalan a las mujeres como las responsables de lo que les pasa o dejan libres a los tratantes y no actúan para clausurar los lugares donde las mujeres son prostituidas.

El problema sigue siendo tan grave en el país que el Departamento de Estado de Estados Unidos ha colocado por varios años a México en un segundo nivel de atención del problema, es decir, no ha hecho lo suficiente para atacar está problemática de raíz.

En nuestro estado existe desde 2009 una Ley en la materia, un programa estatal (2022) y un supuesto presupuesto (2023 y 2024), pero que no han tenido impactos. Como muestra un dato, tomando en cuenta el inicio del gobierno de Lorena Cuéllar y hasta diciembre de 2023, se han detenido 18 tratantes tlaxcaltecas y a ninguno se le ha dictado sentencia condenatoria firme.

La trata de mujeres sigue existiendo en nuestros municipios, eso amerita que nuestras autoridades estatales miren críticamente su responsabilidad en la transformación de esta realidad y reorienten su acción en estos 3 años que les quedan en la actual administración estatal y que las nuevas autoridades municipales vayan revisando cuáles son sus funciones frente a esta problemática para que, por fin, cumplan con su responsabilidad. Socialmente seguiremos denunciando la situación que vivimos, realizando acciones comunitarias y tejiendo redes que contribuyan en la prevención desde el ámbito educativo.

Por Centro Fray Julián Garcés Derechos Humanos y Desarrollo Local A.C.

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Esta nota fue publicada en Escenario Tlaxcala, que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes ver la publicación original.