Culiacán, Sinaloa.- Han transcurrido más de dos años desde que las y los estudiantes de educación básica regresaron a las clases presenciales, después de más de un año de haber permanecido en la virtualidad debido a la pandemia del COVID-19. Sin embargo, hasta la fecha permanecen los efectos negativos del confinamiento en la educación básica.

Gabriela Espinoza, directora de la fundación Proeduca, dijo que entre los retos que aún continúan está el rezago educativo en las y los estudiantes y las carencias en la infraestructura escolar.

“Hay varios estudios que nos comprueban que bajamos unos tres puntos en aprendizaje y eso es muchísimo, es como haber estado lejos de la escuela algunos diez años en lugar de dos años”, dijo.

 

Y a pesar de los esfuerzos que, aseguró, han hecho dependencias gubernamentales como la Secretaría de Educación Pública (SEP) y las y los docentes, estos no han sido suficientes pues persiste el rezago educativo.

“Vemos que todavía hay un rezago educativo, eso sí lo vemos, por eso trabajamos en este tema, ojalá no lo hubiera”, dijo.

“Sí vemos esfuerzos, no programas específicos, pero esfuerzos sí de parte de las autoridades, pero también voy a reconocer el trabajo de maestros y maestras y directivos de las escuelas  que hacen un gran esfuerzo para dar mejores clases, mejores materiales y llevar su capacidad más allá porque ven la necesidad”, agregó.

 

En cuanto a las carencias de infraestructura en las escuelas, Gabriela Espinoza lamentó que durante el periodo de confinamiento hubo mucho vandalismo, robos de cableado y demás equipo escolar, lo que provocó que muchas escuelas tuvieran deficiencias en servicios básicos como la electricidad.

Por otra parte, dijo que el confinamiento también redujo la participación de padres y madres en las actividades escolares.

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