Culiacán, Sinaloa.- “Si viene el agua yo digo que venga el agua, si se inunda vamos a atenderlos”, dijo el gobernador de Sinaloa Rubén Rocha Moya en su conferencia semanera del 27 de agosto pasado.
La declaración era dirigida a las familias de Culiacán que, desde el inicio de la temporada de lluvias en agosto han visto con temor cómo cada nuevo aguacero amenza con la posibilidad de encharcar calles, desbordar arroyos e incluso inundar casas en diversas zonas de la ciudad.
La declaración del gobernador obedece a la lógica de que las lluvias son necesarias para captar agua para la actividad agrícola en las presas del estado, independientemente del sitio donde esta caiga.
Pero la realidad es distinta, advierte la organización civil Conselva, pues las afectaciones que las lluvias de agosto han dejado en Culiacán, no se traducen en una mayor captación de lluvia en las presas que, actualmente, siguen en un porcentaje de alrededor del 27 por ciento de su capacidad.
Una cosa no tiene que ver con la otra
“Estamos pensando que porque nos inundamos en las ciudades las presas en automático también tienen agua y eso no es así”, dijo a Espejo Sandra Guido.
La presidenta de Conselva, organización que defiende el agua y su disponibilidad para las personas, explica que el motivo de esto se encuentra en el Cambio Climático, pues debido a este fenómeno hay menor nivel de lluvias en la sierra (donde están las presas) y mayor nivel de precipitaciones en zonas de planicie costera, que es donde se encuentran las ciudades sinaloenses.
La experta en temas del agua comentó que prácticamente todos los modelos climáticos pronostican que de aquí al 2080 Sinaloa contará con un promedio de 15 por ciento menos de lluvia al año, así como un incremento de entre 4 y 5 grados en la temperatura, lo que agrava de por sí los niveles de evaporación de agua en las presas del estado.
“De verdad no hay un solo modelo climático que nos diga que este tema de sequía va a mejorar en el mediano o en el largo plazo; todos absolutamente todos los escenarios son de menos y menos agua a nivel de precipitaciones para Sinaloa”, advirtió.
Pero a pesar de este clima más extremo y menor nivel de precipitaciones, las zonas bajas de las ciudades presentan cada vez más lluvias torrenciales que, debido a una pésima planeación urbana, saturan y anegan rápidamente calles, caminos, arroyos e incluso colonias y fraccionamientos.
“Realmente nosotros nos inundamos por una pésima planeación de la ciudad, en donde a la hora de planear se nos olvida que el agua tiene memoria y va a correr por donde siempre ha corrido: por sus arroyos y cauces naturales. (El agua) va a inundar lo que siempre inundó, y entonces nosotros los sinaloenses hemos construido nuestras ciudades más importantes sobre humedales; y un humedal es parte de un estero que fue diseñado por la naturaleza durante millones de años para inundarse”, explicó.
La avenida de los ríos
Al tener una temporada de lluvias muy corta, prácticamente todos los ríos de Sinaloa son temporales, lo que se traduce en que en épocas de lluvias se presenten avenidas (procesos en donde el caudal de un río resulta insuficiente para contenerlo y este se desborda) que en el pasado eran absorbidas por los humedales.
Pero al crecer la ciudad e irse tapizando de concreto, hemos quitado al suelo esa capacidad de absorción, obligando al agua a correr por encima del cemento, generando encharcamientos e inundaciones.
Y para Guido, el caso más dramático de esto es Culiacán.
Atravesada por tres ríos, la capital de Sinaloa tiene en su centro la conjunción del Río Tamazula y el Río Humaya, los cuales dan origen al Río Culiacán. Esta zona, a unos metros de la Isla de Orabá y el Asta Bandera, antes era un humedal, pero en su afán de crecimiento, sus alrededores se fueron pavimentando, creando una superficie impermeable que ya no absorbe el agua.
“Entonces las inundaciones ciertamente no son naturales. Nosotros hemos creado los desastres al ocupar los espacios que antes ocupaban naturalmente todos estos mecanismos naturales para controlar las avenidas, porque así funciona el agua y los flujos, y nadie lo va a cambiar. Así funciona el agua”, insistió.
¿Qué hacer?
Ante esta realidad ineludible, Sandra Guido propone acciones concretas: Restaurar las cuencas e incluso declararlas como áreas naturales protegidas; eficientar de manera urgente el gran desperdicio de agua en el sector agrícola; y aplicar soluciones basadas en la naturaleza (SBN) en las ciudades.
“Tenemos que decretar áreas naturales protegidas en la parte de la cuenca que es donde se produce el agua; son nuestros sitios sagrados y ahí tenemos que protegerlos para evitar que los vayan a talar, que se vayan a destruir”, comentó.
Respecto al agua de uso agrícola, comentó que no es ninguna novedad que el sector agropecuario tiene un uso muy ineficiente del agua a nivel nacional, por lo que instó a las autoridades a preguntarse: ¿Cómo nos vamos a convertir en el Estado más eficiente desde el punto de vista agrícola?
En el caso de las ciudades, añadió Guido, existe todo un ‘arsenal’ de soluciones basadas en la naturaleza que nos ayudan a reducir los riesgos por inundación.
“Estamos hablando de que los sitios donde se inunda pongámosle pavimento permeable; pongamos sistemas de captación de agua de lluvia en las casas y en los edificios, y que esa lluvia no vaya a nuestro drenaje pluvial, que vaya al suelo a recargar los acuíferos; quitémonos de la idea de que pavimentando los canales vamos a resolver el problema y convirtamos nuestros camellones en pozos de infiltración”, propuso.
Estas soluciones, añadió la científica, son baratas y eficientes, y sobre todo, se adaptan a la nueva realidad climática de Sinaloa. Además de que ya están siendo adoptadas por más de medio centenar de países del mundo y “62 países no pueden estar equivocados. Entonces hagamos lo propio”.
En mayo de este año, Conselva presentó ante autoridades y sociedad civil una agenda hídrica integral enfocada en cuidar y restaurar las zonas en donde el agua se produce, que no es otra que las cuencas de ríos y cuerpos de agua.
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