La decisión del alcalde de Culiacán, Juan de Dios Gámez Mendívil, para que los recursos públicos que se invertirían en los festejos del 493 aniversario de la ciudad capital sean destinados a apoyar a las familias y sectores más afectados por la actual jornada violenta, significa el ejemplo a seguir en la fase de recuperación de la seguridad pública y de la confianza de los ciudadanos en el gobierno, fuerzas armadas y corporaciones policiacas.
La mejor manera de celebrar a Culiacán en una fecha tan importante tiene que ver con la unidad social en propósitos impostergables como construcción de paz verdadera y duradera, promoción de valores en vez de la contracultura que asedia, protección a las personas en sus vidas y bienes, mentalidad repelente a información que disemina el miedo, y restablecimiento de las áreas educativa, productiva y movilidad.
El alcalde Gámez Mendívil esbozó algunas medidas de atención a daños colaterales de la inseguridad como comerciantes, emprendedores, tiangueros con la condonación del pago de permisos y licencias, así como a la población en situación de vulnerabilidad mediante apoyos alimentarios y de atenuación a quienes no han podido salir a laborar por las condiciones de riesgo que se han registrado en las dos semanas recientes.
Una vez que Culiacán regresa a condiciones de tranquilidad, sin saberse por cuánto tiempo y en qué niveles vuelve la paz, debe fluir rápido la acción que ataje mayores consecuencias y siente las bases para de que nuevo la capital sinaloense se levante airosa como ha sucedido en cada adversidad, hazaña posible con la labor codo a codo de organizaciones cívicas, del sector privado, representantes populares e instituciones del gobierno.
La fiesta del 493 aniversario de Culiacán puede esperar por la emergencia que determina la prioridad de levantar lo que está caído y una vez realizada la labor reconstructora entonces sí podremos alzar los brazos para desearle buen destino a la casa grande donde vivimos todos, la mayoría abrumadora, en unidad, dignidad y con quehaceres lícitos. Ya sabemos cómo hacerlo, con quién contamos y cómo aglutinarlos; ahora, manos a la obra.
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