El sistema educativo sinaloense está obligado a ofrecer a padres de familias, alumnos y maestros una respuesta distinta a la que le otorga a la ciudadanía en general en relación a la jornada violenta que prevalece en Culiacán y otros municipios, debido a que está de por medio la seguridad de niñas y niños, adolescentes y jóvenes que debe ser tratada con políticas públicas tomadas en conciencia, no desde enfoques burocráticos.

La percepción de desprotección que subsiste en las aulas es real, tiene fundamento en hechos repetitivos que significan alto riesgo para la población y ninguna autoridad está en la posibilidad de garantizar la no repetición de eventos delictivos generadores de miedo, por lo tanto el aparato de enseñanza pública y privada debe ser ajustado a tal realidad, desterrando los aspavientos en que incurren gobierno y demás factores involucrados cuando se acude a la educación virtual.

La obstinación en descartar las clases a distancia como método efectivo de enseñanza exhibe también el poco interés en la modernización tecnológica de los planteles escolares para que la educación virtual adquiera carta de naturalidad haya o no haya coyunturas de inseguridad, desastres naturales o pandemias, ajustándonos a la normalidad donde los instrumentos digitales adquieren utilidad y eficacia.

 

En eso deberían estar preocupadas y ocupadas las autoridades que están al frente de las comunidades educativas para que el futuro, y los bucles de violencia parecen ser componentes de dicho porvenir, no nos encuentre paralizados en las mismas zozobras de iguales circunstancias de peligro que la delincuencia organizada detona en el lugar, momento y alarde de fuerza que determine.

Sin restarle importancia a las actividades lectivas presenciales, las cuales son cardinales siempre y cuando haya condiciones adecuadas para desarrollarlas, las tecnologías de la información y comunicación evolucionan a mayor ritmo que la capacidad de respuesta gubernamental frente a crisis de la seguridad pública como la actual en Sinaloa. Solamente con educación de vanguardia, sea ésta virtual o cara a cara, dejará de significar conflicto el diferendo entre acudir o no a las escuelas cuando las adversidades nos colocan en tal dilema.

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