Texto: Lourdes Fernández / Mongabay
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Al 2030, los países del mundo deberían lograr la reducción y eliminación de la contaminación plástica. Ese fue el compromiso que adoptaron 196 naciones durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad, la COP15, que se realizó en diciembre de 2022 y en la que las naciones suscribieron el Marco mundial Kunming-Montreal de la Diversidad Biológica.

El acuerdo busca reducir la actual pérdida de biodiversidad y para ello se plantearon cuatro objetivos a cumplir hasta el 2050 y 23 metas que los países firmantes deberán concretar a más tardar en el 2030. Reducir la contaminación por plásticos es la meta número 7.

 

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, se estima que entre 19 y 23 millones de toneladas de desechos plásticos terminan cada año en lagos, ríos y mares. Peor aún, en el 2023, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estimó que la producción de plásticos, que actualmente es de 400 millones de toneladas al año, se podría triplicar en los próximos 40 años, si no se toman medidas al respecto.

¿Cómo han avanzado los países en el cumplimiento de ese punto? Eso es lo que deberán responder en la próxima COP16 que se realizará en octubre en Cali, Colombia y en la que deberán presentar sus estrategias y planes de acción.

27 países latinoamericanos con normas

 

En el 2020, 3.7 millones de toneladas de desechos plásticos procedentes de América Latina entraron al océano, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

“Nosotros siempre vemos el producto como tal, pero también lo que se está abordando (en la meta 7) es la composición de ese producto. En la producción de plásticos hay químicos de preocupación, los cuales, una vez en el ambiente, se convierten en un riesgo de contaminación para la vida marina y la salud humana”, explica Alejandra González, coordinadora de política de plásticos para América Latina y el Caribe de WWF.

 

Durante la COP 15 se firmó el Marco mundial Kunming-Montreal de la diversidad biológica. Foto: UNEP

Los países de América Latina y El Caribe han intentado dar un primer paso para enfrentar la contaminación de plásticos que invade la región a través de iniciativas ciudadanas, actividades de organizaciones privadas y elaborando políticas y normas.

De hecho, un informe del PNUMA reveló que 27 de los 33 países de América Latina y El Caribe han elaborado normas nacionales y locales para la reducción, prohibición o eliminación de los artículos plásticos de un solo uso — como bolsas de compra, botellas, pajillas o popotes, paquetes, entre otros— que son los que abundan en los océanos.

Algunos de ellos son Argentina, que desde el 2019 estableció lineamientos nacionales para abordar la problemática de los plásticos y su impacto en los cuerpos de agua y asimismo en el medio ambiente; Brasil que tiene un Plan Nacional de Lucha contra la Basura en el Mar; Colombia que también cuenta con un Plan Nacional para la Gestión Sostenible de los Plásticos de un Solo Uso; y Chile que fue el primero en Sudamérica en prohibir el uso de bolsas de plástico en el 2018, y que en el 2021 decretó la Ley de Plásticos de un Solo Uso.

Iguana comiendo una bolsa plástica. Foto: Galápagos Science Center.

Recientemente, Perú publicó el proyecto de la Estrategia Nacional de Diversidad Biológica (ENDB) al 2050, en la que se alinea la Política Nacional del Ambiente al 2030 y las metas del Marco Global de Biodiversidad de Kunming-Montreal.

En su meta número 10, la ENDB plantea que al 2030 “el 30% de los residuos sólidos, incluyendo plásticos que impactan en los ecosistemas más vulnerables, deberán estar gestionados por las entidades competentes”. Para ello se dispone la elaboración de instrumentos de inversión para la gestión integral de residuos sólidos y/o recuperación de áreas degradadas por dichos residuos. También se pide la capacitación técnica para mejorar la fiscalización de la disposición inadecuada de los residuos sólidos en los gobiernos locales y proyectos de inversión pública para el tratamiento y reuso del plástico.

“Las normas no son suficientes”

 

“En la última década se han incrementado las iniciativas, tanto de gobiernos como de sector privado de carácter voluntario, y esto es un avance”, dice González. Sin embargo, agrega que estas medidas no bastan para cumplir con la meta de eliminar la contaminación de plásticos propuesta en el Marco Mundial Kunming-Montreal.

“En la región hay países que han empezado regulaciones como prohibiciones de ciertos artículos plásticos, pero estas son fragmentadas, lo que ha causado que si bien hay esfuerzos nacionales, la respuesta sea también fragmentada. No es suficiente porque el problema es transfronterizo y los esfuerzos que hace un país no evita que a las costas terminen llegando productos plásticos de otros países”, comenta González.

400 millones de toneladas de plástico se producen anualmente en el mundo. Foto: WWF

De igual manera, Daniela Durán, defensora Legal Senior del Centro de Derecho Internacional Ambiental (CIEL), considera que el avance que han presentado los países a nivel global y regional es muy limitado respecto a la reducción de la contaminación por plásticos. Esto se debe, señala, a que no se está entendiendo la gravedad del problema. “Históricamente ha habido una percepción de que la contaminación por plásticos es la basura que termina en los océanos, pero hoy sabemos por la evidencia científica que va mucho más allá de la basura y la gestión de residuos sólidos. Los niveles de plásticos que producimos hoy nos están exponiendo a más de 16 000 tipos de químicos diferentes, la mayoría tóxicos para la salud humana”, indicó.

La experta de CIEL asegura que los países de la región han priorizado dos puntos en sus políticas públicas: el reciclaje y la prohibición de los plásticos de un solo uso. Sin embargo, considera que ambos esfuerzos son insuficientes porque no abordan el impacto real de la producción de plásticos. “Ya no estás poniendo plástico en las bolsas, en los pitillos, en los cubiertos, pero ese plástico se está yendo a otras aplicaciones, por ejemplo, hay un mercado creciente de las flores y plantas artificiales de plástico”, comenta.

Además, existen casos en que las normas han quedado, finalmente, sin resultados concretos. Tal es el caso de Perú que, en diciembre del 2018, estableció un marco regulatorio sobre el plástico de un solo uso, otros plásticos no reutilizables y los recipientes o envases descartables de poliestireno expandido (conocidos como tecnopor). Sin embargo, pese a que la norma tuvo algunos resultados positivos en el 2019 (se redujo en un 30% el consumo de bolsas plásticas en el país), la falta de los reglamentos técnicos ha desacelerado la eficacia de la ley.

Los residuos plásticos representan un obstáculo para los neonatos que se dirigen al mar. Foto: Leatherback Trust

Incluso ahora, tras la publicación de la Estrategia Nacional de Diversidad Biológica, todavía están pendientes pasos importantes para alcanzar logros concretos. Juan Carlos Riveros, Director Científico de la ONG Oceana, asegura que la Estrategia muestra que “hay un interés del Ministerio del Ambiente por poner documentos marco de regulaciones a futuro. Sin embargo, hay regulaciones que aún no se concretan, que son ordenanzas regionales y locales. Además falta presupuesto y liderazgo para las políticas”, comenta. En resumen, dice, “diría que no estamos mal, pero no es lo suficiente”.

Para lograr sortear el inconveniente de la fragmentación que comenta González, en marzo del 2022, la Asamblea de las Naciones Unidas puso sobre la mesa la preocupación mundial por los efectos catastróficos de la contaminación de productos plásticos y estableció el diseño de un Tratado Global de Plásticos. Tal como refiere la experta de WWF, este instrumento se planteó ante la urgente necesidad de incluir todo el ciclo de vida de los plásticos y que los países aborden la reducción de la contaminación desde una mirada transfronteriza.

Se espera que en noviembre de 2024 los países miembros de la Asamblea se reúnan para concluir el tratado y diseñar el instrumento jurídico en consenso.

Las redes de pesca, el plástico más letal

 

Uno de los contaminantes más peligrosos de los océanos son las redes de pesca ya que, cuando son abandonadas accidental o intencionalmente en el mar, continúan generando un impacto en la fauna marina —algunas durante décadas— aunque nadie las recoja. “Son los desechos plásticos más perjudiciales para los animales marinos”, considerando que a nivel mundial “el 66 por ciento de los mamíferos marinos, el 50 por ciento de las aves marinas y 100 por ciento de las especies de tortugas marinas se han visto afectados por ellas”, señala un informe de WWF que reúne información de diversos estudios científicos publicados y reportes oficiales de la Organización de las Naciones Unidas de la Alimentación y la Agricultura (FAO).

En Perú, de manera aislada, algunos municipios y ONG han iniciado campañas con los pescadores para concientizarlos sobre el uso de estas redes. “En el norte se está trabajando una estrategia de reducción de uso de redes. Se les pide a los pescadores que las cuenten y que las depositen en un lugar para que sean procesadas o llevadas a algún lugar de reciclaje”, cuenta Riveros. “También hay un acuerdo con operadores turísticos para que si ven a un animal varado o atrapado con mallas de pesca, vaya un grupo de personas entrenadas para liberar al animal”, agrega el especialista.

Este problema, que ha sido alertado a nivel mundial, será incluido dentro de los temas a analizar en el Tratado Internacional de Plásticos. Según González, se han discutido tres principales acciones para enfrentarlo: plantear a los países cómo se pueden diseñar redes de una mejor forma (con otros materiales), cómo hacer una trazabilidad de ellas y cómo se pueden recuperar para que no se descarten en el medio marino.

La especialista de WWF destaca que los objetivos planteados hasta el momento en el Tratado Internacional de Plásticos podrían permitir a los países cumplir con la meta 7 del Marco Mundial Kunming-Montreal de la Diversidad Biológica, que propone la reducción y eliminación de la contaminación plástica. “Los estados de las Naciones Unidas decidieron crear un nuevo documento jurídico vinculante sobre plásticos con el que se podrá cumplir con la meta 7 del Marco Mundial. Este tratado tiene que abordar todas las etapas del ciclo de vida de los plásticos y ver las medidas de prevención sobre esta contaminación, ya que no las tiene actualmente ningún instrumento”, agrega.

Debido a la importancia y urgencia del Tratado Internacional de Plásticos, los países miembros se han reunido hasta en cuatro ocasiones para discutir sobre la elaboración del instrumento jurídico que tendrá carácter vinculante. Sin embargo, tras la última reunión en Canadá ha surgido una alerta: la presencia de lobistas de la industria química y de combustibles fósiles en las sesiones.

Basura plástica en las playas de Galápagos. Foto: Galápagos Science Center.

Los intereses de estas industrias podrían obstaculizar el avance del tratado, tal como lo han denunciado algunos especialistas. Por ejemplo, uno de los primeros puntos que no ha sido incluido en las reuniones por ser considerado controversial es el de la reducción de la producción del plástico de un solo uso. Se espera que en la próxima sesión, que se realizará en noviembre en Corea del Sur, los países puedan ignorar las presiones y logren incluir los temas que prioricen la biodiversidad en el tratado.

Daniela Durán afirma que la COP16 será un evento crucial para el futuro del tratado ya que en ella habrá dos reuniones de alto nivel de los ministros de los países miembro, para lograr un acuerdo político que sirva como marco para la última ronda de negociaciones. En este acuerdo, señala, se deberá evidenciar la compatibilidad de los objetivos del tratado con la meta 7 del Marco Kunming-Montreal de la Diversidad Biológica y el Acuerdo de París.

“Esperamos que los ministros no pospongan la decisión de atender controlar la producción de plásticos y que se comprometan a dar resultados concretos ahora”, agrega. Durán asegura que de no lograrse un acuerdo político para concretar el tratado sería “imponernos una sentencia de muerte”, ya que no sería posible  cumplir con las metas del Acuerdo de París, ni con las del Marco Mundial Kunming-Montreal de la Diversidad Biológica y se estaría “poniendo en riesgo nuestra salud”.

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