Una sensación de incertidumbre te invade cada vez que piensas en salir, porque entras en un juego en el que nunca aceptaste participar.

Salir y esperar que nada ocurra, que sea un día tranquilo, rezar mientras caminas por las calles para no quedar atrapado en un enfrentamiento, quedarte sin transporte porque fue incendiado para bloquear el paso, o escuchar detonaciones cerca de donde te encuentras.

Todo se siente como una cuestión de suerte, es un juego de azar en el que tomar la decisión incorrecta podría significar el final del juego.

La paranoia que provoca está situación logra encerrarnos en casa, escuchando más sobre la situación y creyendo que los efímeros momentos de paz significan que la guerra está por acabar, una mentira que quieres creerte.

Salir de casa y esperar que la suerte este de lado, andar por un camino minado, orar a la deidad en quien más creas y apostar en este juego a qué mañana será un mejor día.

Por Anónimo