Culiacán, Sin.- La acuicultura en Sinaloa supera creces a la pesca de captura que se lleva a cabo en altamar, esteros, lagunas y bahías. Incluso, mientras la pesca de captura muestra una tendencia a la baja, las granjas acuícolas cada vez producen más, afectando así a los campos pesqueros.
El Anuario Estadístico de Acuacultura y Pesca revela que la producción de camarón por captura tiene un desgaste, y que la forma de cumplir con la expectativa nacional es a través de granjas.
Sin embargo, la acuicultura, que tiene un incremento importante, es un factor de desgaste de las pesquerías y, por lo tanto, de las comunidades pesqueras.
“Los impactos son adversos. Por un lado la acuicultura impacta en la pesca, pero por otro lado la acuacultura impacta en otros sectores. Le impacta al turismo, le impacta al sector ganadero, le impacta al sector agrícola”, dijo Esteban García-Peña, director de Pesquerías de Oceana en México.
“La acuacultura es un recurso que parte de aprovechar el hábitat, las condiciones ambientales contra uno que depende de esas condiciones ambientales. Mientras uno apuesta por el deterioro. Los pescadores son afectados por la actividad acuícola, porque los pescadores sí dependen de una buena salud del ecosistema”.
Los acuicultores pueden estar hasta cinco ciclos en un solo año y para hacerlo necesitan jalar agua limpia con todo y postlarvas de camarón y por otro lado están echando agua sucia con toda y el excremento en el mismo sistema lagunar y sin un límite.
Esta actividad permanece en cualquier momento del año, incluyendo cuando el camarón en esteros, lagunas y bahías se encuentra en temporada de veda.
García Peña explicó que a la acuicultura no la regula la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), sino el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), tal y como regula a la ganadería y agricultura, porque los procesos productivos tienen un control suficiente para asegurar el control del producto y en el mar no.
En el mar, en cambio, los pescadores están sujetos a los cambios de clima, más si hay una tormenta y más variables que no se pueden controlar en la pesca.
“La pesca necesita un seguimiento muy estricto de la cadena de frío y de la cadena productiva para asegurar que el producto desde que se saca no está contaminado, no pierda calidad por descomposición”, dijo García-Peña.
Para entender el incremento en la pesca por acuicultura, debe comprenderse que es una actividad económica rentable.
El 6.5 de la población sinaloense vive de la pesca, la cual produce el 29 por ciento de los pescados y mariscos a nivel nacional. Eso representa hasta 12 mil 844 millones de pesos anuales en promedio, que traducido en el Producto Interno Bruto Estatal es el 3.47 por ciento.
La mayor producción proviene de granjas, que en los últimos seis años han producido más de 80 millones de kilogramos anualmente, mientras que la pesca de captura ha estado por debajo de los 20 millones de kilogramos anuales.
Unidad medida en kilogramos
Esas granjas, sin embargo, no significan una opción económica para los pequeños pescadores, población que se encuentra entre las más pobres del Estado.
Comunidades pesqueras y la pobreza
Más de 24 mil pescadores ribereños o artesanales dependen de la pesca de camarón en Sinaloa, que es la de mayor volumen en el estado con 8 mil 999 toneladas y un valor superior a los 110 mil millones de pesos, según el Anuario Estadístico de la Producción Pesquera elaborado por la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (CONAPESCA).
Hay 24 mil 620 pescadores ribereños, otros 4 mil 533 pescadores de altura y 11 mil 455 personas dedicadas a la acuacultura en 1 mil 294 granjas.
En el Programa Nacional de Pesca y Acuacultura 2020-2024 se reconoció la pobreza como uno de los factores elementales de las comunidades pesqueras, sobre todo lo que compete a la pesca ribereña, pues es el 93 por ciento de la población pesquera en el País.
“En términos generales la problemática pesquera y acuícola se acentúa por los bajos niveles de ingresos y pobreza en las comunidades pesqueras y acuícolas, que han limitado la capitalización de las UEPA (Unidades Económicas de Pesca y Acuacultura), así como también debido a que la infraestructura y equipamiento pesquero y acuícola, de acopio, industrialización y distribución de los productos es insuficiente”, se señaló.
“Adicionalmente la descapitalización se incrementa por los altos costos de operación y producción.; así como por los bajos conocimientos técnico-administrativos a nivel de las UEPA, que afecta el desarrollo eficiente y eficaz de su actividad”.
Solo en el caso de Sinaloa, se estimó en 2018 por el Inegi que hay hasta mil 747 Unidades Económicas de Pesca y Acuacultura. Entre esas unidades había hasta 25 mil 397 personas ocupadas en esa actividad.
De acuerdo con el gobierno de Sinaloa, la pesca ribereña es una actividad prácticamente de subsistencia por los altos niveles de pobreza y marginación.
“Uno de los principales problemas del sector es el alto nivel de marginación y pobreza, que se refleja en precarias condiciones de vida de sus familias y que constituye una de las principales causas de los problemas que se presentan en sus comunidades, como son el incremento en las adicciones, violencia intrafamiliar, delincuencia, deserción escolar y migración”, se indicó en el Plan Estatal de Desarrollo.
Es decir, sí hay más pesca de camarón debido al gran incremento en la producción a través de granjas acuícolas, pero eso no significa un mayor beneficio para la economía de los campos pesqueros, sino para grupos empresariales cuyos procesos han provocado solamente un desgaste en las pesquerías.
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