De acuerdo con la tradición católica, San Judas Tadeo nació en una familía judía en un pueblo de Galilea, misma región donde creció Jesucristo. Como la mayor parte de su familia, Judas Tadeo se dedicaba a cultivar la tierra antes de comenzar a seguir al Nazareno como su discípulo y apóstol.

Su padre era un hombre llamado Cleofás, hermano de José, el padre de Jesús. Es por esto que el evangelio de Mateo describe a Judas Tadeo como un pariente de Cristo, pues eran primos paternos.

Su primer nombre, “Judas”, significa dador de alegría, mientras que “Tadeo” transmite la idea de alguien generoso o amable.

Antes de hacerse seguidor de Jesús, contrajo matrimonio y tuvo, por lo menos, un hijo. Durante su ministerio, Judas Tadeo llevó el mensaje del Cristo a los judíos de Galilea, Samaria y Judea. Se le suele representar con una llama ardiente alrededor de su cabeza, en representación de que estuvo presente en el Pentecostés del año 33, cuando recibió el Espíritu Santo junto con los otros apóstoles.

Después de la muerte de Jesús, viajó a Mesopotamia y se convirtió en el líder de la Iglesia del Este, establecida por Santo Tomás. Con San Simón, viajó por Libia, Turquía y Persia para difundir su mensaje y convertir a cientos de personas al cristianismo.

Se le acredita la creación de la Iglesia Armenia y otros lugares más allá de las fronteras del Imperio Romano.

Se cree que pudo haber sido martirizado en Persia o Siria alrededor del año 65. En sus ilustraciones, generalmente se le ve sosteniendo un hacha, haciendo referencia al arma con la que habría sido asesinado. Sus restos se conservan en una cripta debajo de la Basílica de San Pedro.

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