A Kevin Alexander González, de Costa Azul, le gusta más que le digan Tomate. Tiene 16 años y estudia educación media superior, además de ser destacado deportista. Fue marcado por un accidente que le permitió valorar las cosas y no rendirse.
Un joven alegre y que la comunidad aprecia y toma de ejemplo de resiliencia. Una noche salió con uno de sus mejores amigos a andar en moto, iban a una fiesta a una comunidad cercana y en el camino un carro que intentó rebasar los chocó de frente, lo que cambió sus vidas.
Tomate pidió ayuda a un carro que iba pasando, llamó al 911 por auxilio y a su familia, la primera impresión de su madre es que era una broma, pues el dijo que saldría cerca, no en donde ocurrió el siniestro. Su familia llegó y también una ambulancia, se estaba desangrando.
Por la gravedad lo trasladaron a un hospital de Culiacán, a su compañero a Guamúchil, no recuerda más. Pasaron 3 días para que recuperara la memoria y lo primero que encontró es que no tenía la pierna izquierda y tres dedos de una mano.
El accidente fue en febrero del 2023, salió del hospital y regresó a Costa Azul en abril. Para recuperar la movilidad pérdida de un brazo fue a terapia física y ahora funciona normal.
“Ganar me gusta a mí, ganar, nunca me ha gustado perder”, comparte. El accidente le abrió las puertas para conocer personas, como sus entrenadores de bala y jabalina; quienes lo buscaron, lo invitaron y descubrieron su potencial.
Kevin Alexander, el Tomate, es el ganador de segundo lugar en estos deportes para personas discapacitadas en la entidad, orgullosamente de Costa Azul. Pasó de ver el deporte en en los Juegos Olímpicos, no le interesaban, ahora le apasionan.
Su vida antes y después del accidente no cambió mucho, sigue saliendo con los plebes, poco a poco convenció a su familia de permitirle seguir andando en motocicleta y regresó a la escuela; ahora lo que se suma es que es un ejemplo de resiliencia para su comunidad, no se dejó caer y salió adelante.
Lo difícil al inicio era la incertidumbre de cómo lo iban a tratar o ver sus vecinos y vecinas, pero no solo reaccionaron sin juzgar, sino que se enteró que mientras estuvo hospitalizado organizaron rifas, cooperaciones y boteos para conseguir recursos y apoyar con los gastos de su tratamiento.
“Tenía ganas de ir y estar ahí con los plebes”, recuerda de cuando volvió a clases. Le gustaría dedicarse a mediano plazo a la mecánica automotriz o ingeniería en sistemas.
“Le tienen que echar ganas, no se pueden quedar tirados en la cama nomás ahí pensando”, agrega. Desea volver a participar el siguiente año, está listo para seguir siendo un ganador.
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El proyecto Memoria y Verdad: Historias desde la pesca se desarrolló en colaboración con el Fondo Resiliencia, un esfuerzo conjunto para fortalecer las respuestas locales y la resiliencia comunitaria.
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