Porque se trata de una coyuntura compleja en la que inciden varios factores criminales, no es fácil para el secretario de Seguridad Pública del Gobierno Federal, Omar García Harfuch, establecer un plazo para el restablecimiento de la seguridad pública en Sinaloa, tarea que le encomendó la Presidenta Claudia Sheinbaum y que vincula a Ejército Mexicano, Marina Armada y Guardia Nacional, en coordinación con la Policía Estatal Preventiva.

Lo que sí puede hacer el funcionario federal tiene que ver con coordinar la gran acometida contra los grupos delincuenciales que están por cumplir tres meses desde que impusieron la violencia de alto impacto y las consecuencias ya conocidas en la población en general, sectores económicos y familias que han sufrido la pérdida de más de 500 vidas humanas, la desaparición de 600 personas y daños en sus quehaceres y negocios.

La mutación en el modus operandi del crimen organizado, incorporando tecnología, agregando saña y diversificando sus fuentes de financiamiento, obliga a que el gobierno en sus tres niveles también se actualice en las estrategias para proteger la vida y el patrimonio de ciudadanos que a diario emprenden esfuerzos lícitos y acuden a posibilidades fundadas en la civilidad en la permanente obra de construcción de paz desde el hogar, la escuela, el trabajo y la convivencia armónica.

Sería un acto de planeación irresponsable el atrevimiento a establecer que la narcoguerra terminará en semanas o meses, siendo que este logro será el resultado de eficientes operativos de protección ciudadana, desarticulación de los brazos operativos y financieros del crimen, abatir la corrupción organizada que parasita en la delincuencia, así como iniciar la edificación de la nueva mentalidad ciudadana que sea el principal muro de contención a la violencia que hoy desquicia a Sinaloa.

La ola de inseguridad atenuará o finalizará conforme se implementen, agilicen y sean eficientes las acciones coordinadas para recuperar condiciones adecuadas de ley, justicia y respeto que posibiliten continuar con la faena común de hacer más grande y fuerte a la tierra de los once ríos. La intervención federal que García Harfuch encabeza en Sinaloa necesita del voto de confianza y no más de pesimismos que la descalifiquen por anticipado.