Culiacán, Sinaloa.- Al menos 40 mil hectáreas de bosque en Sinaloa han sido incendiadas y una de las causas principales es la búsqueda por cambiar el uso de suelo de grandes superficies naturales.

Así, durante los últimos dos años, los incendios forestales se han convertido en la principal causa de deforestación de sitios de bosque de encino-pino, bosque de encino y selva baja caducifolia en la entidad, con un 2023 y un 2024 donde la superficie afectada superó 10 veces el promedio histórico desde 1970.

“Más que la deforestación son los incendios lo que nos ha sucedido”, dijo la titular de SEBIDES María Inés Pérez Corral.

Si el promedio de hectáreas afectadas por incendios forestales en Sinaloa desde 1970, año en que la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) inició con la medición, era de apenas 4 mil 148 hectáreas, durante los últimos dos años la cantidad se ha disparado a alrededor de 40 mil hectáreas cada año.

Las razones de este incremento, explica la titular de la Secretaría de Bienestar y Desarrollo Sustentable, son generadas por las actividades humanas. En particular, Pérez Corral reconoció que las personas “empiezan a quemar con la finalidad de cambiar de uso de suelo”.

Esto es un despropósito, advirtió la funcionaria, al recordar cómo la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable prohíbe el cambio de uso de suelo forestal hasta por 20 años después de un incendio.

“Es una situación muy grave. Son de origen antropogénico para cambios de uso de suelo, nada más que a la gente se le olvida que tiene que haber un proceso de 20 años para poder tener un permiso. Entonces, si queman, pues no hay permiso, no hay permisos. Tienen que conocer la ley para que no nos incendien”, indicó.

 

Reformada en 2018, dicha ley señala en su artículo 97 que: “No se podrá otorgar autorización de cambio de uso del suelo en terreno incendiado sin que hayan pasado 20 años y se acredite a la Secretaría que la vegetación forestal afectada se ha regenerado mediante los mecanismos que, para tal efecto, se establezcan en el Reglamento de esta Ley”.

Hasta junio de este año, se han incendiado 40 mil 151 hectáreas en 9 municipios, superando en tan solo 6 meses las 38 mil 477 hectáreas afectadas reportadas por la Conafor en 2023.

Aunque este dato no se ha actualizado, la cifra anual será mayor, pues actualmente la SEBIDES reconoció que hubo un incendio más en Concordia y que durante los últimos días otro estuvo activo en la comunidad de El Saucillo, municipio de Choix.

El presupuesto para apagar incendios es limitado

 

Para este 2024 el Gobierno de Sinaloa incluyó en su presupuesto para Cambio Climático 4 millones y medio de pesos para la prevención y combate a los incendios forestales; y aunque los incendios se han vuelto un problema grave, la cifra que se propone para el 2025 en el presupuesto es el mismo.

La secretaría de desarrollo sustentable reconoció que es necesario incrementar la atención a este tema, adelantando que se ha solicitado a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) incrementar el apoyo con una brigada más.

“Sí quiero yo ahí otra brigada de pérdida contra los incendios forestales que también ya está en la mesa puesto con Semarnat”, señaló la secretaria.

 

En abril de este año, dos brigadistas contra incendios murieron por heridas generadas en un incendio forestal en la comunidad de El Potrerillo, Concordia.

Para el biólogo asesor técnico forestal en servicios ambientales, reforestación y suelos, Juan Carlos Leyva, ésta situación no solo afecta a la biodiversidad de la región, sino que también tiene profundas implicaciones para los servicios ecosistémicos y el bienestar de las comunidades locales.

Entre las principales afectaciones del incremento de este fenómeno, indicó el también coordinador regional de Pronatura Noroeste y maestro en Análisis de Políticas Públicas, está el daño a la biodiversidad local al poner en peligro a numerosas especies de plantas y animales. La alteración de las relaciones ecológicas y ciclos biogeoquímicos, añadió, impacta la resiliencia de estos ecosistemas.

Una de las afectaciones más visibles es la de erosión y desertificación del suelo que, por otro lado, disminuyen la capacidad de los bosques para capturar carbono de la atmósfera y modifica los microclimas locales, situación de vida muerte para la vida en las zonas afectadas.

Además, ésta erosión disminuye la capacidad de captación de agua del suelo, lo que altera los ciclos hidrológicos locales y aumenta el riesgo de inundaciones durante lluvias intensas atípicas (como ya se han tenido en Sinaloa).

Leyva Martínez propuso recomendaciones para la mitigación de los daños generados en los últimos dos años como el implementar sistemas avanzados de monitoreo y alerta temprana, promover programas de reforestación en áreas afectadas y realizar campañas de educación y concienciación dirigidas a las comunidades locales.

Propuso también involucrar a estas comunidades en la vigilancia y gestión de incendios, desarrollar planes de manejo integral a nivel estatal y municipal, asegurar un financiamiento adecuado y sostenible en el tema e incluso el realizar quemas prescritas y otras prácticas de manejo de combustibles para reducir la cantidad de material inflamable.

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