El pasado 19 de diciembre se publicó un decreto que en teoría busca proteger a la industria textil mexicana al imponer aranceles de hasta el 35% para la importación de fibras y tejidos que se emplean como insumos. Sin embargo, este decreto ha generado preocupaciones y posicionamientos encontrados, pues gremios como la Canaintex y Canainve consideraron esta como una medida beneficiosa para la industria nacional, mientras que la Concanaco-Servytur y la canacintra han expresado enorme preocupación, e incluso alertaron que se podrían generar cierres inmediatos y masivos al frenar la importación de mercancías.
¿Quién tiene la razón?
Como en muchos aspectos de la vida económica, la respuesta no siempre es sencilla y lo que dicta el sentido común no es correcto. Por ello retomo los modelos económicos de comercio internacional esbozados por Krugman, economista premio Nobel 2008 precisamente por sus contribuciones en la economía internacional, quien de manera muy sencilla explica que la imposición de un arancel no siempre protege a los industriales nacionales, ello dependerá de varios elementos, entre ellos si el arancel se impone sobre un producto terminado o si se impone a los componentes.
En el primer caso, la imposición de un arancel sobre un producto terminado incrementará inmediatamente el precio local del bien importado, por lo que los industriales nacionales podrán vender su producto más caro, o bien, más productores nacionales podrán competir al nuevo precio y, además, aprovecharían la pérdida del mercado de los productos extranjeros. Al mismo tiempo, gobierno incrementará su recaudación. En tal caso, el consumidor tiene una pérdida porque tendrá que consumir menos a los nuevos precios.
En el segundo caso, cuando se imponen aranceles a los componentes, esto no precisamente protege a la industria nacional, sino que la debilita aún más. Si la industria nacional es poco competitiva en precio, el incremento en los precios de los componentes hará que los costos de producción se incrementen, de tal forma que los nacionales se encontrarán en una mayor desventaja frente a los productos terminados del exterior, en este caso el mayor ganador es el gobierno que recaudará impuestos de las compras al exterior.
En resumen, la imposición de aranceles a componentes de la industria textil no precisamente protege a la industria nacional, sino que encarece sus costos de producción y dificulta aún más su capacidad de competir, mientras que si los aranceles se impusieran sobre bienes terminados, la industria nacional estaría más protegida, aunque en ambos casos los consumidores pierden derivado del alza en los precios.
Por otro lado, como lo señalaron algunos industriales, muchos de los textiles no tienen como mercado final a México y su producción en territorio mexicano depende del programa INMEX, que también fue modificado, y aunque se critica el uso del territorio como mera plataforma de transformación para su posterior exportación de mercancías, este modelo genera empleos.
En conclusión, la forma en que se planteó este decreto no fortalecerá ni incrementará la competitividad de los textiles mexicanos, sino que les resta capacidad de competir debido al encarecimiento de sus insumos, otras medidas de apoyo serán necesarias si de verdad se quiere impulsar a la industria nacional.
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