Apenas un mes después de haber sido designado secretario de seguridad pública del Gobierno del Estado, el General Óscar Rentería Schazarino comparecerá hoy en el Poder Legislativo para dar a conocer lo que ha hecho en tan corto tiempo para contener la guerra que enfrenta a los hijos de Joaquín Guzmán Loera y los de Ismael Zambada García, al interior del Cártel de Sinaloa.

Aunque lo más conveniente sería que defina expectativas de paz para una sociedad imposibilitada a soportar mayor violencia, y la estrategia que aplicará en ello, se trata de un jefe militar que ha decidido mantenerse de bajo perfil y que quiere ser valorado por los resultados obtenidos, los cuales ante la vista de todos resultan insatisfactorios.

Sinaloa está pagando un grave costo por ser la cuna de la principal organización del narcotráfico en México, con la fuerza cruel de la delincuencia cuyo daño es generalizado e inclusive alcanza a niños que antes el crimen aislaba en cierto tipo de código de operaciones que en estos tiempo está borrado del todo.

Un punto interesante para la evaluación que hoy le hará el Congreso al titular de la SSP tiene que ver con que Rentería Schazarino es la apuesta del Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana del Gobierno Federal, Omar García Harfuch, para reponerle a Sinaloa la tranquilidad y Estado de derecho.

Las diputadas y diputados, indistintamente de partidos o de aptitudes, tienen la responsabilidad de velar por el bienestar de los sinaloenses en lugar de procurar la comodidad y complacencia para los servidores públicos que comparecen a rendir cuentas. El General Rentería Schazarino está obligado a trazar salidas de paz que permitan abandonar esta narcoguerra larga y desastrosa.