La apuesta de largo plazo a la militarización de la seguridad pública en Sinaloa les impide ver a las autoridades e instituciones estatales y municipales la importancia de contar con suficientes elementos en las corporaciones policiacas locales para que la protección a la población esté garantizada con o sin la presencia de efectivos del Ejército, Marina y Guardia Nacional.
Los gobiernos estatal y municipales están atenidos a la concentración en Sinaloa de bastante fuerza pública federal como una forma de desentenderse del problema de la violencia y dejarlo a cargo del ámbito federal, visión cortoplacista que es una de las principales causas de períodos de aparente tranquilidad alternados con lapsos de evidente inseguridad cada vez más prolongados e intensos como el que afecta hoy al estado.
Faltan más policías para al menos estar dentro del estándar que establece la Organización de las Naciones Unidas, de 1.8 efectivos por cada mil habitantes, y ejemplo de ese déficit es Culiacán que debería contar con al menos 1,800 agentes de seguridad pública municipal y en los hechos tiene 1,080 policías incluyendo a los que se dedican a labores ajenas al patrullaje y vigilancia.
Frente a la eventual retirada de elementos federales una vez que se logre restablecer en Sinaloa los niveles habituales de tranquilidad y legalidad, el gobierno de Rubén Rocha y los alcaldes Juan de Dios Gámez, de Culiacán, Estrella Palacios de Mazatlán, y Gerardo Vargas de Ahome, tendrán que responderle con medios y estrategias propias a la exigencia generalizada de seguridad pública con o sin la militarización.
En esta línea de anticipación deben trabajar más el Gobierno del Estado, los Ayuntamientos, el Poder Legislativo y el Consejo Estatal de Seguridad Pública para contrarrestar la idea generalizada consistente en que las autoridades e instituciones se encuentran cruzadas de brazos en la cómoda posición de aventarle a la Federación la papa caliente de la violencia. Más policías mejor preparados y bien remunerados es la prioridad cuando la delincuencia crece en la capacidad táctica y numérica para poner en riesgo la vida y el patrimonio de los sinaloenses.
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