Sinaloa desaprovecha una valiosa riqueza cultural al no voltear a ver a sus comunidades originarias, como los mayo-yoreme de Charay, El Fuerte, quienes preservan con fidelidad sus tradiciones, en especial la celebración de la Semana Santa.

Rafael Santos Cenobio, doctor en Ciencias Sociales y profesor en la UAS, explica que para los yoreme la Cuaresma tiene un significado distinto al catolicismo. Aunque inspirada en él, su cosmovisión establece dos ciclos: uno que concluye con la fiesta de las colgazonas y otro que inicia con la Cuaresma, simbolizado en la entrega del mando de un matachín a un judío.

En esta comunidad, la muerte de Cristo no es motivo de luto sino de alegría. Cada elemento de la festividad tiene un papel esencial, con la participación de niños, jóvenes y adultos representando a las Marías, Marianos, Pilatos y al capitán de los judíos, quien dirige a todas las cuadrillas.

Para los yoreme, los judíos simbolizan el mal, por lo que quienes los interpretan no pueden portar imágenes sagradas, vistiendo únicamente una máscara, cobija y tenábaris.

Uno de los rituales más llamativos es la búsqueda de Cristo por parte de los judíos durante seis viernes, identificando cruces en las casas yoreme que luego son derribadas en la Semana Mayor. También destaca el “miércoles de tiniebla”, donde todo queda a oscuras simbolizando el aprisionamiento de Cristo.

El ciclo concluye el Sábado de Gloria con la “corrida del santo”, cuando los pascolas, vestidos de blanco, representan la llegada del bien. El investigador enfatiza la importancia de aprender de estas culturas, que mantienen vivas sus tradiciones con valores como la solidaridad y la hospitalidad, fundamentales para su identidad y fortaleza comunitaria.

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