Culiacán, Sin.- “No se vale rendirse”, es un lema que creó Rafael Peña Arce en un momento de crisis. Esto primero le ayudó a motivar a su persona a seguir adelante con sus negocios, pero ahora va por la vida profesándolo, a sus amigos, a su familia y sus colaboradores.

Antes de septiembre de 2024 los tres restaurantes “Tacos y mariscos Hnos SanJon” se encontraban siempre abarrotados, pero tras las consecuencias económicas derivadas de la ola de violencia sus ventas cayeron considerablemente en un 80 por ciento, casi de un día para otro.

“No aguantaba la presión”, comparte en entrevista para Espejo, y fue cuando comenzó a evolucionar. El empresario marisquero tenía claro algo, no dar de baja a ninguno de sus casi 80 empleados entre meseros y cocineros.

Para esto, su primera idea fue salir a vender sus productos él mismo en las calles de Culiacán. Posteriormente, su actitud dicharachera, directa y honesta, típica de muchos sinaloenses comenzó a hacer su parte de manera natural.

A las semanas los comerciantes y transeúntes del centro lo comenzaron a ubicar y luego se le ocurrió crear contendido para redes sociales. En esta coyuntura Rafael fue haciéndose también de una audiencia en Tiktok y Facebook.

“Todo el tiempo me he dedicado a trabajar, soy una persona dedicada a mi trabajo, a mi familia”, comenta.

Personaje multifacético, a Rafael siempre le gustaron las ventas y la atención directa con las personas, servir. Pocos saben que antes de ser un exitoso empresario se dedicó a la música de banda regional y hasta llegó a crear su propia agrupación: “Banda más banda, la que sí arremanga”.

“Yo tocaba la armonía, pero realmente lo que más disfrutaba hacer era animar a la gente en las tocadas, no me daba vergüenza: me jalaba la greña. Yo siento que esto le da vergüenza a mucha gente, yo les invito a la raza a que no les dé vergüenza salir a ofrecer sus productos”, resalta.

Sin embargo en 2008, en una crisis similar de violencia que vivió Sinaloa como la del presente, lo obligó a cambiar de profesión. Vendió el camión que funcionaba para transportar a su banda y con 110 mil pesos emprendió su primera carreta de mariscos en la colonia Hidalgo.

En esta nueva faceta toda su familia se integró, especialmente su esposa, quien en la actualidad es también su socia.

“No se me olvidan las caras, yo me he hecho amigo de todos los comerciantes; me gusta poderlos atender, brindarles la amistad. Todos podemos. Yo quiero mandarle un mensaje a la raza, que el que quiere, puede. El que lucha por sus sueños, los cumple. Pero las cosas no caen del suelo, las cosas se construyen, se forjan. Hay que trabajar por pasión, no trabajen por dinero, el dinero va llegar solo”, considera.

Todos los días Rafael llega a su Food Truck instalada en el estacionamiento de la calle Paliza, justo atrás de catedral. Para ese momento sus colaboradores ya tienen preparados los paquetes de ceviche, aguachile y quesabirrias; los sube a su camioneta, prende las bocinas con las que está equipado el vehículo, agarra el micrófono y vocifera sus productos.

“Siempre hago buenos amigos por donde ando, yo tengo puros amigos, me gusta relacionarme con las personas, me gusta atender, servir y no me gusta fallar”, reitera mientras conduce su unidad.

Entrando al primer cuadro de la ciudad algunos trabajadores de los comercios ya lo esperan, otros se acercan para pedir fiado, mientras que a otros con menos recursos o vagabundos se los regala; otros más solo acuden a él para tomarse una foto o gritarle “no se vale rendirse”, ya que en ocasiones se le olvida que muchas otras personas lo ubican solo por hacer contenido en redes sociales: “esta es mi chamba y la neta lo estamos haciendo con mucho amor”, defiende.

“Sin miedo al éxito”, dice exclama entre broma y serio.

Su amor por las ventas comenzó en su rancho, El Progreso, Guasave, cuando su madre lo ponía a vender los tamales que ella elaboraba como parte de los ingresos para el hogar. Dice que le apasiona lo que hace al grado que considera su trabajo simplemente como un hobby.

En el presente se encuentra en otra encrucijada, el reto de vender 3 toneladas de ceviche para un evento con causa, “El Propinón”, cuyos fondos recaudados serán repartidos en su totalidad a los meseros y cocineros de Culiacán como un respiro por las faltas ventas en los restaurantes de Culiacán.

“Fue cuando se empezaron a comunicar conmigo, no era la idea hacer contenido y que la gente nos apoyara, la intención solo era mostrar que estábamos aquí, que teníamos ganas de trabajar y que queremos seguir echándole ganas”, explica.

“Les recomiendo que también sacrifiquen cuando se tenga que sacrificar. Muchas veces cuando agarramos una feria, lo queremos gastar cuando lo podemos invertir. Un negocio no se empieza grande, se empieza construyendo”, recomienda a quienes tienen alguna idea de emprendimiento.

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