Es necesario que se articulen políticas públicas en la cultura, el deporte y la educación para darle forma a una estrategia de construcción de paz que Sinaloa necesita más allá de la actual escalada violenta, pues ha de ser pensada para forjar a largo plazo la nueva mentalidad ciudadana fundada en el conocimiento, valores y derechos humanos, respeto a la ley y participación ciudadana.
A pesar de los atisbos de acciones que involucran a la población en actividades de esparcimiento y convivencia, todavía se trata de medidas aisladas que son percibidas como ocurrencias que al ser estructuradas desde los escritorios de servicios públicos sacrifican la implicación de los sinaloenses que son el motor cívico de cuanto esfuerzo se haga en favor la civilidad y seguridad.
Por ejemplo, la carrera por la paz y contra las adicciones que encabezó el Gobernador el domingo, la clase nacional de boxeo que el 6 de abril ofrecerá desde la Ciudad de México el campeón Julio César Chávez a iniciativa de la presidenta Claudia Sheinbaum, la función de box “Poder femenino” que promueve el Alcalde de Culiacán, Juan de Dios Gámez para el 11 de abril, son buena señal de que a los gobiernos les importa reconstruir la armonía y el respeto en las comunidades devastadas por el crimen organizado.
Como comienzo está bien pero también tales decisiones ponen sobre la mesa lo bastante que falta por hacer en cuestión de educación, donde urge un plan que desde la enseñanza inculque las alternativa de vivir dentro del marco legal, y en cultura el apremio es sacar del burocratismo dorado a los exponentes de las bellas artes para que dispersen más allá del pavimento es mundo maravilloso que logra cambiar la percepción de la vida.
Si los responsables de las instituciones del deporte y la cultura en Sinaloa no ofrecen la acción que aleje a los jóvenes de las tentaciones de las dogas o de formar parte de las legiones del crimen, entonces pierde sentido que estén ocupando esos puestos. Lo que hacen los gobiernos federal, estatal y municipales para visibilizar las alternativas que hay para ciudadanos de paz y de futuros legítimos sería un buen ejercicio de promoción de la seguridad pública siempre y cuando se sume todo el aparato público a esta tarea que no admite tesones a medias ni simulación en las metas.
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