Culiacán, Sin.- Con un conjunto de cuadros con que se recupera la obra temprana del pintor mochiteco Arturo Moyers y se salda una vieja deuda con uno de los primeros artistas visuales sinaloenses, el Instituto Sinaloense de Cultura inauguró la exposición Reencuentro entre camaradas en la Sala 5 del Museo de Arte de Sinaloa, ante un numeroso público que no dejó de expresar su asombro ante paisajes y personajes del Culiacán de 1959 a 1970, que vivió en esta capital.

La exposición fue montada en el marco de del 50º aniversario de la fundación de la Dirección de Investigación y Fomento de Cultura Regional –DIFOCUR, hoy ISIC- y del Día Internacional de los Museos ICOM 2025, y fue inaugurada por Rodolfo Arriaga Robles, director de Programación Artística del ISIC, a nombre de Juan Salvador Avilés, director general; Inna Teresa Álvarez, jefa del MASIN; la señora María Antonieta López, viuda de Moyers, y su hija Citlali Moyers Millán, hija del pintor.

Rodolfo Arriaga dijo que Arturo Moyers es un personaje mítico y uno de los precursores de la plástica en Sinaloa, con maestros como Erasto Cortez, y para el ISIC es un deber tener en el MASIN la obra de un artista del que escuchábamos hablar, pero que hace mucho no veíamos,  y este Reencuentro entre camaradas, como se llama, es justamente un reencuentro con la gente de su generación, que prestaron su obra.

“Fue de los primeros pintores que tenemos en Sinaloa y hoy por fin las generaciones que estuvieron con él y las nuevas generaciones van a poder disfrutar de su arte, y a la familia de Arturo les decimos que han sentirse muy orgullosas por ese legado que nos dejó”, agregó Arriaga Robles.

Por su parte, Citlali Moyers agradeció a quienes generosamente prestaron su obra, al igual que a quienes no quisieron prestarla, “porque sabemos que lo hacen por el apego y cariño que le tienen, pues son retratos de familia o paisajes del Culiacán de 1959 a 1970, cuando el pintor vivió en esta ciudad”.

Reunir toda esta obra, agregó, fue una labor casi detectivesca, y fue también un redescubrimiento incluso mío, tanto por la obra como de muchas vivencias y anécdotas que pasó cada gente con quienes platiqué, y ahorita que contemplen la exposición verán que cada cuadro tiene una historia maravillosa; algunos quedaron inacabados pues, por las circunstancias políticas que vivió en los movimientos universitarios, mi padre tuvo que salir corriendo a la Ciudad de México en 1970.

Ello, dijo, le dio la oportunidad de incorporarse al taller de Alfaro Siqueiros,  con quien colaboró más de 4 años hasta el fallecimiento del maestro, y en estos cuadros verán su evolución en los paisajes que hizo del río Tamazula y de la ciudad, y en la parte de los retratos verán cómo manejaba las emociones, captar a una persona para proyectarla a mayor o menor edad. Agradezco al MASIN por esta maravillosa exposición, a quienes colaboraron prestando la obra, a quienes la montaron, y felicitó al ISIC en su 50 aniversario: “Ahora si podemos decir que mi papá sí fue profeta en su tierra”.

Inna Teresa Álvarez comentó que cuando empezaron a gestar este proyecto lo veían muy lejano, pero al fin lograron concretarlo y qué mejor que hacerlo con una muestra individual de un pintor con el que se tenía una deuda pendiente, como el gran pintor sinaloense con obras en las que verán cómo retrato a Culiacán, a su gente y a sus camaradas.

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