Culiacán, Sinaloa.- Ni el Gobierno de Sinaloa ni los municipios cuentan con análisis o programas enfocados en detener el avance de la aridez en Sinaloa, un problema que se agrava con la sequía, la deforestación y los incendios forestales, y que ha crecido en gran porcentaje durante los últimos años en la región.

Solicitudes de información realizadas por ESPEJO a autoridades estatales y municipales revelan que no existe diagnóstico ni programa para atender el crecimiento de las zonas áridas que, entre el 2000 y 2020 pasaron del 40 al 70 por ciento en la región noroeste del país, Sinaloa incluida.

Al preguntar a Gobierno Estatal y municipios si contaban con un estudio, análisis o diagnóstico sobre la desertificación o crecimiento de las zonas áridas, en su mayoría contestaron que no se contaba con dichas herramientas, y en algunos casos que las acciones municipales se concentran en campañas educativas sobre el cambio climático y reforestación. Lo mismo sucedió al preguntar sobre la existencia de algún programa para atender esta problemática.

Tan solo Ahome y Mocorito dijeron sí contar con un diagnóstico y programa, remitiendo a sus planes de ordenamiento territorial y de desarrollo respectivamente.

En el caso de Ahome, el municipio remite a los mapas de diagnóstico de su programa de desarrollo urbano, donde se observa la vegetación forestal de zonas áridas; sin embargo, el documento se limita a su identificación pues no muestra un análisis de la evolución de las mismas.

En el Plan Municipal de Desarrollo de Mocorito, donde el municipio respondió que se encuentra la estrategia para atender el crecimiento de la aridez, sólo se mencionan estrategias generales como educación ambiental, reforestación y la producción de plantas regionales en el vivero municipal.

El resto de los municipios respondieron que no contaban ni con plan ni con diagnóstico sobre el tema, mientras que Escuinapa, Rosario y Concordia no respondieron a las solicitudes de información en el plazo legal establecido.

Por su parte, el municipio de Culiacán, capital del estado, señaló solo tener “competencia parcial” en el tema y, como política o programa, refirió a un programa federal de la Comisión Nacional Forestal del 2016 y a la declaración de la Sierra de Tacuichamona como Área Natural Protegida, la cual es una acción estatal que no atiende de manera expresa el incremento de la aridez.

En el caso del Gobierno de Sinaloa, la Secretaría de Bienestar y Desarrollo Sustentable (SEBIDES) reconoció no contar con un diagnóstico ni programa específico para atender, mitigar o combatir la desertificación o crecimiento de las zonas áridas en Sinaloa. En contraparte, la secretaría indicó que lo que sí se lleva a cabo son ‘acciones enfocadas al fortalecimiento de la seguridad hídrica y la resiliencia en cuencas prioritarias’ sin especificar en qué consisten dichas acciones.

Cuestionada a este respecto, la titular de la SEBIDES, María Inés Pérez Corral, respondió que ya se está trabajando en el tema, pero por medio de la Semarnat.

“Ya se está trabajando por medio de Semarnat. De hecho, hay muchas propuestas por parte de la presidenta de la República sobre inversiones con sequía, desertificación, restauración también, que es el último tema que fue aprobado esta última vez que fui… En cuanto me pasen los datos de todo el tema que se va a trabajar en contra de la desertificación volvemos a hablar”, indicó a ESPEJO el pasado 12 de junio.

¿Qué es la aridez y por qué está avanzando en Sinaloa?

De acuerdo con el biólogo José Dehesa Mitre, presidente de la asociación ambientalista Guaiacum, el crecimiento de la aridez es un proceso de degradación del suelo que puede tener causas naturales, pero que se ha acelerado significativamente por actividades humanas como la deforestación, el uso intensivo de agroquímicos, la urbanización desordenada y los incendios forestales.

“En algunos sitios es parte de los ciclos naturales de la Tierra, donde ciertas zonas pierden vegetación temporalmente por falta de agua y dan paso a otros tipos de ecosistemas. Pero eso es muy distinto a lo que estamos viendo hoy en Sinaloa, donde los suelos se están contaminando, perdiendo fertilidad y dejando de sostener vida vegetal por acción del ser humano”, explica Mitre.

El avance de la aridez añade, ocurre cuando los suelos quedan desprovistos de raíces, hongos, bacterias e insectos que normalmente los mantienen vivos. Una vez degradados, estos suelos se vuelven vulnerables a la erosión por viento o lluvia, y la pérdida de vida puede extenderse hacia otras áreas cercanas.

“Lo estamos acelerando porque cuando deforestamos cambiamos suelos permeables naturales por suelos impermeables, eliminando cubierta vegetal que son barreras para evitar que avance este proceso de forma natural y también de forma antropogénica”, dijo.

En Navolato, ejemplificó, ya hay zonas en que los suelos están saturados de sales y fertilizantes, y donde ya no crece nada. “Son tierras muertas que quedaron así por el modelo de agricultura intensiva”, señala.

Pero este fenómeno no se limita a las zonas rurales. En ciudades como Culiacán, el crecimiento urbano sin regulación está eliminando ecosistemas periféricos que antes actuaban como barreras naturales ante el calor y el polvo.

“No tenemos un anillo verde natural porque lo estamos degradando, y en algún momento las temperaturas van a volver a subir más, vamos a tener mayor entrada de tolvaneras o de vientos con polvo y pues vamos a promover más la desertificación”, advirtió.

El impacto de este fenómeno no se limita a la pérdida de vegetación. Las especies animales también sufren por la desaparición de sus hábitats, situación que ya puede observarse en Culiacán. “Ya se están muriendo muchas especies de árboles exóticos, como el olivo negro, que no están adaptadas al clima cálido y seco que estamos viviendo. Pero también se están desplazando insectos, aves, mamíferos como el tlacuache o incluso felinos menores como el lince”, dijo.

Mitre afirmó que este fenómeno ya ha alterado profundamente los ecosistemas sinaloenses desde mediados del siglo XX, cuando se implementaron los grandes proyectos agrícolas. Un ejemplo es el caso del cocodrilo, que desapareció del río Culiacán tras la construcción de la presa Sanalona. “Se eliminó su hábitat natural. Antes el río era más abierto, con gravas, arbustos y pastos. Eso ya no existe”, apunta.

En julio del 2022, como parte de sus estudios de doctorado, la especialista en geomática Lidia Yadira Pérez Aguilar creó un modelo denominado “Sistema de apoyo a la toma de decisiones espacial web” con el cual logró identificar que, entre el año 2000 y 2020, las zonas áridas pasaron del 40 al 70 por ciento en la región noroeste del país, confirmando una expansión acelerada que ya se percibe en territorios como el sinaloense.

A pesar del reciente inicio de la temporada de lluvias, hasta mediados de junio la mayor cantidad del territorio sinaloense se mantenía en algún nivel de sequía. Está es una situación que se ha agravado y mantenido durante por lo menos los últimos dos años, generando afectaciones a los sectores ganaderos y agrícola, y escasez del recurso sobre todo para la población rural de Sinaloa.

¿Qué hacer para detener la aridez?

Dehesa Mitre reconoce que las causas del avance de la aridez son múltiples, pero señala que tienen un común denominador: la falta de regulación y planeación.

Frente a este panorama, el biólogo propone un enfoque integral que inicie con el análisis técnico del territorio, utilizando imágenes satelitales e investigaciones de campo para identificar áreas prioritarias de restauración. A partir de ahí, recomienda tres pilares:

  1. Coordinación entre niveles de gobierno, desde lo local hasta lo estatal, para articular esfuerzos reales.
  2. Diagnóstico por municipio, con base en las especies nativas y las condiciones ecológicas particulares de cada región.
  3. Creación de comités técnicos, con expertos que definan e implementen acciones en campo, como restauración natural, instalación de barreras vegetales, drenajes naturales y reforestación planificada.

Además, hace hincapié en que muchas de las estrategias actuales, como las jornadas de arborización por conmemoraciones ambientales, son simbólicas y carecen de seguimiento.

“No sirven las campañas de arborización de forma aleatoria o por simplemente ser día del árbol, día del medio ambiente, día de la deforestación, no sirve nada de eso. Se tiene que hacer una estrategia que analice cómo está el entorno, las áreas prioritarias para la restauración de todo el estado de Sinaloa y atacarlas en conjunto, pero yo no he visto ningún programa (de gobierno) que se dedique a eso”.

“Hay muchas técnicas”, señaló al enumerar prácticas como las trincheras de contorno continuo, los jardines de filtración, los drenajes naturales y el bombardeo de semillas.

Pero “al final del día la estrategia para algo más grande requiere de una coordinación y de un acto de gobernanza para bajarlo hasta la acción”.

Sembrado de agua, acción desde el territorio

Durante un reciente conversatorio sobre manejo ambiental convocado por el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), la delegada de la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) en Sinaloa, Joanna Acosta, señaló el manejo agroforestal y las presas filtrantes como prácticas de sembrado de agua efectivas ya implementadas en distintas regiones para enfrentar la creciente aridez.

“Estas intervenciones aparentemente sencillas, donde se hacen presas de piedra acomodada, nos ayudan mucho donde hay compactación de suelos y pérdida de cobertura vegetal”, explicó. Al colocarse en puntos estratégicos, estas presas evitan que el suelo se arrastre hacia los valles y costas y mejoran la infiltración del agua de lluvia al subsuelo.

Un ejemplo de este tipo de intervención en Sinaloa es el trabajo de la organización Fábricas de Agua (FACES IAP). Actualmente coordinada por el agricultor Guillermo Gastélum Bon, desde hace más de una década está Institución de Asistencia Privada impulsa estrategias de sembrado de agua en la cuenca de la presa Sanalona, y desde el Río Mocorito hasta el Río Quelite, con un modelo de donación respaldo por los agricultores del distrito de riego 010 de Culiacán.

FACES IAP presas filtrantes (2)

“Nuestro objetivo es evitar el azolve, conservar la cobertura vegetal y lograr que el agua se infiltre al subsuelo en vez de perderse”, explicó.

En 15 años trabajando, Gastélum Bon señala que FACES ha plantado cerca de dos millones de árboles nativos como palo colorado, mezquite y ébano; y construido más de 750 presas filtrantes en arroyos que alimentan la presa Sanalona. Todo con la participación de las personas habitantes de las comunidades cercanas a las zonas de atención.

Estas presas filtrantes, explicó, son bordes de retención de sólidos como piedra y maleza que se colocan a lo largo de los afluentes que alimentan la presa sanalona.

Su beneficio es doble, pues además de disminuir la cantidad de material lodoso que llega a la presa y reduce su capacidad de almacenamiento de agua, también bajan la velocidad del caudal de agua, ayudando a una mayor infiltración a los mantos acuíferos.

“Tiene doble propósito. Que vaya agua menos cargada por lodos y haya una mayor infiltración dentro de esa zona y que se eleven los mantos freáticos ahí”, explicó Gastelum Bon.

Además de estas presas filtrantes, FACES también tiene un vivero en el que reproducen especies endémicas para reforestar el área, a decir de Gastelum Bon, con un porcentaje de supervivencia mayor al 70 por ciento. A la par, comparten buenas prácticas de manejo ganadero y promueven el sembrado de cercos vivos, que además de delimitar terrenos, también dan sombra y alimento a especies endémicas.

¿Qué es el sembrado de agua?

Sembrado de agua son una serie de prácticas que buscan infiltrar el agua de lluvia al subsuelo mediante presas filtrantes, trincheras y reforestación con especies nativas. Su objetivo es restaurar los ciclos hidrológicos, detener la erosión y fortalecer los acuíferos.

FACES IAP vivero

Esfuerzo ciudadano

El modelo de financiamiento de FACES se basa en una aportación de 20 pesos por hectárea de parte de los productores agrícolas del distrito 010, recursos que se utilizan para financiar las acciones de restauración empleando a los habitantes de las comunidades atendidas. Y aunque se ha intentado replicar el modelo con otras asociaciones agrícolas de la entidad, a la fecha no han tenido éxito.

“En Los Mochis van tres o cuatro intentos de conformar un patronato para poder llevar a cabo esto. Pero están estancados ahí. No quisiera que se molestara alguien, pero es cuestión de voluntad”, comentó.

De manera paralela, la crisis hídrica que vive el sector agrícola a raíz de graves periodos de sequía lleva ya dos años disminuyendo la superficie de siembra y, a su vez, mermando los ingresos de FACES, por lo que el programa opera actualmente con donaciones y apoyos de organismos como el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Y con las autoridades, añadió, “existe un apoyo moral y social, pero no económico”.

“Yo veo que hacen esfuerzos, que van y siembran 300 árboles, y qué bueno que lo hacen porque en las escuelas los muchachos están aprendiendo. Pero yo creo que debería de ser mayor el esfuerzo”.

“Tenemos que cuidar lo que nos da de comer para que la especie humana pueda sobrevivir. La historia nos ha dicho que por generaciones la única que ha llegado a sobrevivir es la naturaleza. Y los seres humanos lamentablemente llegan hambrunas, llegan enfermedades, llegan guerras, y se hace un cribado”, puntualizó.

Ante esta situación a nivel local, el agricultor señala que otra manera de incrementar las acciones de restauración es la promoción de mayores apoyos de Pagos por Servicios Ambientales, Bonos Verdes o Bonos de Carbono.

“Es una manera en que otros países industrializados están lavando su conciencia, pero podemos aprovecharlo para bajar recursos y llevar a cabo estas acciones de restauración”, dijo. “Ellos ya dañaron mucho el medio ambiente”, opinó.

PINSA ‘neutraliza’ su huella hídrica

Apenas este viernes 20 de junio, el grupo empresarial mazatleco PINSA firmó un acuerdo de Pagos por Servicios Ambientales a Fondos Concurrentes con la Comisión Nacional Forestal (Conafor) para dedicar recursos a proteger mil 375 hectáreas de selva en la cuenca del Río Presidio con apoyo de la población de la comunidad de La Noria.

Este representaría el mecanismo de Pago por Servicios Ambientales con Fondos Concurrentes más grande aprobado en Sinaloa para la restauración ecológica y vigilancia territorial, con una aportación de 2 millones de pesos por parte de la empresa mazatleca.

“No se trata sólo de compensar, sino de regenerar y proteger las fuentes de vida que compartimos con las comunidades”, destacó Víctor Manuel Ledón Lizárraga, director General de Grupo Pinsa durante la firma del convenio.

“Proteger la cuenca del río Presidio no solo garantiza agua para nuestras operaciones, sino para toda una región. Es una decisión estratégica, ética y necesaria para el futuro de Mazatlán”, añadió.

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